Capitulo 8

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No le hacia ninguna gracia que le hubiera encontrado un resquicio en la armadura. Sabia que el único modo de tratar con ella era acompañarla a la puerta y seguir con su vida, pero no estaba acostumbrado a perder, y no tenia intención de empezar a hacerlo en aquel momento. Ella le deseaba, y quería hacerle la entrevista, y había llegado el momento de que supiera que Ruggero Pasquarelli no se achicaba.

Iba a conseguirla, y ella iba a ceder a sus exigencias. Ninguna otra solución le satisfaría.

-No tengo debilidades, Karol, pero, si quieres seguir buscando melas, adelante.

Ella se encogió de hombros delicadamente y volvió a descruzar las piernas, un movimiento que el volvió a seguir con la mirada. Le gustaba la parte de muslo que se veía con cada movimiento, aun teniendo la impresión de que lo hacia para distraerle y poder ganarle la partida, pero no le importó.

Le gustaba la sensación de estar a punto de perder el control. Así tenia que esforzarse mas por mantener la concentración y no dejar que ella ganase el asalto.

Ni ese, ni ninguno. No le gustaba perder, y detestaba verla usar su feminidad como arma, algo que ella hacia conscientemente. Y seguro que sabia hasta que punto le afectaba. Como no. Habiéndole ofrecido convertirse en su amante, tenia que saber que la deseaba.

-Todo el mundo tiene debilidades, Ruggero, y yo ya he descubierto una tuya.

-¿Y cual es?

-Pues te gusta estar al mando, y no te hace gracia que alguien pueda poner en cuestión ese control.

-Eso no es raro -respondió el, encogiéndose de hombros.

-No, no lo es, pero sabes que yo tengo algo que tu quieres y que yo no voy a entregarte con facilidad.

-Me alegro. No me gustan las cosas que se consiguen fácilmente.

Karol sonrió, y Ruggero comprendió que estaba saboreando el intercambio de golpes tanto como el. En otro mundo habría disfrutado de conocerla como persona, y no solo como compañera sexual.

-Bien. Estoy de acuerdo. Podemos empezar con las preguntas y...

-Hoy no va a poder ser, preciosa. Da igual las veces que cruces y des cruces las piernas, que no vas a ponerme lo suficientemente caliente para que acceda a lo que pretendes.

-¿Y que te pondría lo bastante caliente?

El negó con la cabeza. No estaba dispuesto a revelarle que le bastaba con el flirteo.

-Se mi amante y descubre lo por ti misma.

-Lo que pretendo es evitar tener que hacer eso.

-¿Por que, si los dos sabemos que es lo que quieres?

-Lo es, pero mi integridad profesional me lo impide.

-Integridad. No sabia yo que colarse en una fiesta tuviera un alto valor moral.

-Fui de invitada.

-¿De quien?

-Eh...

-Lo que yo me imaginaba. Es admirable que estés dispuesta a cualquier cosa para conseguir esta entrevista.

-¿Como puedes estar tan seguro de eso?

-Porque estas aquí sentada -respondió el-. Como te decía, admiro tu valor, pero creo que debes reconocer que tienes todas las cartas ya sobre la mesa y que yo tengo un as en la manga.

-¿Las apuestas son altas?

-Desde luego. No quiero que pienses que, porque te haya ofrecido que seas mi amante, no te respeto.

-Seguro que si.

-Creeme, te respetó, y te deseo. Es el camino mas fácil para que ambos consigamos lo que queremos. Un acuerdo comercial.

-Eso no me interesa. Quizás si supieras lo que iba a escribir sobre ti, te convencerías de que no tienes nada que temer y podríamos intentar tener una relación normal después de que hubiera escrito el artículo.

Eso no le interesaba. Sabia que nunca llegaría a interesarle casarse o vivir con alguien, y aunque nunca había tenido una amante de modo, digamos, formal, las mujeres con las que se había relacionado siempre habían sabido que lo suyo no pretendía durar.

-Dudo que eso fuera a funcionar -dijo el.

-¿Porque? ¿Porque no soy de tu escala social?

-En absoluto -Ruggero negó con la cabeza-. Es que las relaciones no son lo mio, y nunca lo han sido. Pude ver la otra cara de esas cosas en el matrimonio de mis padres, y también en el de algunos amigos, y te garantizo que no encaja con mis gustos.

-Me encantaría poder citar tu palabras.

-Pero no puedes.

-Enero, Ruggero, esa es la clase de artículo que quiero escribir. Creo que incluso tu estarás de acuerdo conmigo en que no invade tu intimidad.

-Ya te he dicho que podrás entrevistarme siempre y cuando seas mi amante.

-¿U si solo te preguntó por tus negocios?

-Eso puedes hacerlo a través de mi departamento en marketing.

-Pero tu departamento de marketing no es tuyo. Quiero saber por que alguien que desprecia tanto las relaciones a largo plazo intenta emparejar a la gente.

-¿En una sola palabra?

-Si eso es lo único que estas dispuesto a darme...

Ruggero tuvo que morderse la boca por dentro para no sonreír. Le gustaba que no se rindiera.

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