Capitulo 26

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Karol se alegro de poder dejar de pensar y limitarse a disfrutar del abrazo de Ruggero. Aquella noche no había salido exactamente como ella lo había planeado, pero sí qué había conseguido lo que se había propuesto. ¿Por qué entonces no se sentía feliz?

Estaba en brazos de Ruggero, disfrutando de la pasión de su beso, y sin embargo su mente no era capaz de relajarse y disfrutar.

-Noto qué sigues pensando - le dijo él-. No sé si tomarme como un insulto que mi besó no haya podido distraerte.

-No deberías. Es sólo que... ay, no lo sé Esto es una locura. Me he pasado toda la vida construyendo mi carrera e intentando siempre hallar la verdad, y ahora acabo de acceder a hacer algo que me parece rastrero.

-No hay nada de rastrero en ello. Es inevitable que tú y yo acabemos juntos. No sé qué piensas tú, pero yo no experimento esta clase de química con todas las mujeres.

Eso era cierto y tenía que admitirlo.

-Precisamente eso forma parte de la razón por la que tengo tantas reticencias. Dijiste que si lo convertiamos en un acuerdo de negocios podríamos mitigar la posibilidad de que acabemos haciéndonos daño, pero no sé...

-No puedes preocuparte por el final cuando ni siquiera hemos empezado.

No había dejado de abrazarla, y sus palabras estaban disolviendo sus temores. Echó la cabeza atrás y él volvió a besarla, pero aquella vez, cuando sus bocas encontraron, sintió que sus temores se desvanecía.

Rodeo sus hombros con los brazos y él deslizó las manos a sus caderas para acercarla. Estaban pecho con pecho, cadera con cadera, pero ella deseaba que estuvieran aún más cerca.

Su lengua la invadió y ella la succionó antes de desabrochar los botones de su camisa. Primero le aflojó la corbata y a continuación desabrochó los primeros botones para colarse debajo con las manos. Tenía un vello suave cubriendole el pecho, y sintió su caricia en las palmas de las manos.

El la empujaba por las nalgas para acercarla más a su vientre y sintió que su erección crecía y que se pegaba a su pubis. Gimió.

Abandonó sus labios y sintió que le besaba el cuello, descendiendo hasta el punto en el que latía su pulso.

Le sacó la camisa de dentro de los pantalones y abrazó su torso desnudo. Ojalá ella también tuviera el pecho desnudo para poder sentirle. Fue dibujando con las manos la línea de su espalda hasta que su boca volvió.

Dejó que la controlara. Como si no hubiera podido tener otra reacción distinta... era un hombre dominante, y eso se manifestaba en su abrazo. Le mordió el labio y a continuación se lo acarició con la lengua. Ella temblaba de pasión. Las sensaciones partían de sus labios, llegaban a sus pezones y seguían camino abajo hasta la humedad de entre sus piernas.

-Te deseo - le susurro al oído.

-Yo también te deseo.

La tomó en brazos y la llevó al sofá, donde se sentó colocandola de lado en su regazo, y la besó una vez más.

Tiró con determinacion de su blusa para sacarla y dejar al aire su cintura. Sentía sus manos caliente sobre la piel, y cambio un poco de postura para reclinarse sobre sus piernas, como si fuera una especie de ofrenda sexual, pero él la hizo recostarse del sofá para acomodarse a horcajadas sobre sus caderas.

Los delanteros de la camisa colgaba libremente y Karol acarició sus pectorales antes de recorrer la línea que descendía hasta su estómago para desaparecer debajo de los pantalones.

Ruggero gimió su nombre de un modo que hizo que pareciera puro extasis, a lo que su cuerpo respondió con un hondo temblor. Abrió las piernas y haciéndolo por las caderas, lo hizo descender hacia ella. Pero él se resistió.

-Todavía no. Me queda mucho por explorar de ti.

Ella no quería que aquella primera vez durase una eternidad. Quería que continuase saturando sus sentidos hasta alcanzar el clímax.

-No quiero esperar.

-Pues es una lástima, porque eres mi amante y tendrás que hacer lo que yo diga.

E inclinándose hacia delante, mordió con suavidad la carne por encima de su seno. Karol miro hacia abajo y vio que le había quedado una pequeña marca.

-No quiero que olvides que eres mía.

-Eso no va a ocurrir -contestó, e iba a desabrocharle el cinturón cuando él la detuvo agarrandola por las muñecas y sujetandole los brazos por encima de la cabeza.

-Aun no - dijo, y le levantó la blusa hasta dejar al descubierto los pechos cubiertos por un sujetador de color carne era más práctico que sexy, pero viendo como la miraba, supo que no necesitaba encajes para excitarse con ella.

Tenía los pezones duros, pugnando por salir de su encierro, y el apretó uno entre los dedos mientras se llevaba el otro a la boca por encima del tejido. Sintió que se pensaba por dentro y empujó con las caderas hacia arriba, desesperada por alcanzar las de él, mientras Ruggero seguía succionando le el pezón.

Tiro de los brazos intentando liberarse, pero él la sostenía con firmeza pero sin hacerle daño. Había una especie de decadencia en el modo en que la sujetaba, en qué la acariciaba. Temblaba al borde de un orgasmo, y ni siquiera estaba segura de lo que quería  a aquellas alturas.

Una cosa  que seguro deseaba era sentir su erección entre las piernas. Pero sabía que él no iba a bajar las caderas hasta que no estuviera preparado.

-Ruggero...

-¿Umm?

-Voy a tener un orgasmo.

-No hasta que yo te lo diga.

-No puedo esperar -gimió, alzando las caderas.

El volvió a aplicarse a sus pechos y le soltó las manos al tiempo que la presionaba contra el sofá. Aún estando vestidos la punta de su miembro le rozó el clítoris y El orgasmo la sacudió de la cabeza a los pies.

 Aún estando vestidos la punta de su miembro le rozó el clítoris y El orgasmo la sacudió de la cabeza a los pies

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