Capitulo 47

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MARATÓN  3/3

Karol no se podía creer que hubiera aceptado volver allí. Se decía que lo hacía por su hijo, pero sabía que en el fondo seguía ardiendo la llama de la esperanza de un futuro juntos.

Ruggero le abrió la puerta antes de que hubiera llegado ante ella y sus pasos se paralizaron. Verlo allí le había recordado lo doloroso que le había resultado decirle adiós la última vez. Y se dio cuenta de que por mucho que desease que fuera diferente, aquel encuentro terminaría del mismo modo con toda probabilidad.
¿Se habría vuelto masoquista?

-Adelante -la invitó a entrar, haciéndose a un lado.

Apenas había traspasado el umbral, Ruggero la abrazo,  apretándola contra su pecho de tal modo que la llama de la esperanza volvió a brillar.

Se inclinó sobre ella para besarla dulcemente, despacio, acariciándole la espalda, y no tuvo más remedio que pensar que la había invitado a su casa porque por fin se había dado cuenta de que la quería.

La tomó en brazos y entró con ella. Karol vio que las rosas cubrían todas las superficies disponibles del salón. La dejó en el sofá, y en lugar de sentarse a su lado, permaneció de pie.

- Gracias por venir.

-De nada. Siento no haberte enviado una copia del artículo antes de que se publicará.

-No importa. No te he llamado para hablar de eso.

-¿Entonces para qué me has llamado?

Vio que se pasaba la mano por el pelo en ese gesto tan suyo que desvelaba que lo que le iba a decir era difícil para él. Sólo lo hacía cuando estaba nervioso.

- Te he pedido que vinieras porque me he dado cuenta de lo idiota que he sido. Dejar que te marcharás la primera vez fue una estupidez, pero dos, es completamente inaceptable.

-Estoy de acuerdo. ¿Y qué te ha hecho cambiar de opinión?

Ruggero  apoyo una rodilla en el sofá y puso la mano sobre su vientre.

-No quiero que nuestro hijo crezca como nosotros, envuelto en secretos y mentiras. Y eso es lo que ocurrirá a menos que te diga algo hoy.

-¿Qué? Yo no podría vivir con un hombre que no me quisiera.

-Lo sé. Y no vas a tener que hacerlo porque yo te quiero, Karol.

- ¿Estás seguro? Porque hace unos días no te creías capaz de quererme.

Ruggero asintió.

- Estoy completamente seguro. No me ha costado mucho darme cuenta de que te quería, y que lo que tenía era miedo  de admitirlo. Pero que no lo reconociera no quiere decir que no estuviera Seguro. Te he echado tanto de menos estos dos meses... me pasaba las horas pensando en ti. Te quiero, y espero que tú aún sigues queriendome, pero, si no es así, estoy decidido a ser el hombre que necesitas para poder volver a ganarme tu amor.

- Yo te quiero -contestó ella, acariciándole una mejilla con una mano mientras que con la otra cubría la que él le tenía puesta en el vientre.

Ruggero se incorporó y tiró de ella.

- no puedo vivir sin ti -le susurro al oído-. Sé que tu vida sería más fácil con un hombre más abierto a los sentimientos que yo, pero no encontrarás a otro que te quiera más que yo.

- Yo tampoco quiero vivir sin ti -respondió, ella, besandole.

- Bien -dijo ruggero, y clavó una rodilla en el suelo antes de sacarse una cajita del bolsillo-.  Karol Sevilla ¿me harías el honor de ser mi esposa?

Ella se arrodilló delante de él y se puso el anillo.

- Sí. Ruggero, seré tu esposa.

Ruggero la abrazó con fuerza y volvió a sentarse en el sofá.

- Sé que estás embarazada, pero ¿Puedes tomar un sorbo de champán para sellar  nuestro compromiso?

- Un sorbo.

- Mientras yo abro la botella, ¿por qué no abres tu esto? - le preguntó el entregándole la otra caja.

- Me vas a malcriar.

- Creo que tengo derecho a hacerlo. Al fin y al cabo, soy el hombre que te quiere.

A Karol le encantó la pulsera con aquellas delicadas miniaturas.

- Supongo que ya no voy a tenerte colarme en tus fiestas.

- No. Tendrás acceso limitado a mi vida por toda la eternidad.

Después del Brindis, Ruggero la llevó al dormitorio y le hizo  el amor. Pásaron  la tarde el uno en brazos del otro, hablando sobre el futuro y haciendo el amor.

Karol se quedó dormida sabiendo que lo había conseguido todo: la historia de su vida y al hombre de sus sueños.

Fin.

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