Capítulo 30

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La mañana se le pasó volando a Karol.  Su reunión editorial resultó larga y aburrida, como siempre, y estuvo dándole vueltas a la noche que había pasado con Ruggero.  Un par de compañeros comentaron que parecía distraída, y ella les dijo que estaba trabajando en una historia nueva y que eso era cuanto tenía cabida en su cabeza En aquel momento.

Pero en el fondo sabía que Ruggero era algo más que una distracción.  De hecho,  siempre había estado centrada al cien por cien en su trabajo,  y aquella mañana le estaba haciendo imposible.  No dejaba de recordar la sensación de tenerlo dentro de su cuerpo en la ducha.  Ojalá que aquella noche consiguiera dormir mejor,  pero lo dudaba.

Ahora era su amante.  En realidad no sabía exactamente lo que comportaba aquella definición, pero por lo menos estaba segura de que Ruggero iba a estar mucho más presente en su vida.  Y Más le vale a centrarse en la historia que quería escribir,o terminaría malgastando el tiempo que pasará con él.

Pero en parte también deseaba regodearse en aquella relación incipiente,  y eso lo asustaba,  sobre todo porque Ruggero le había dejado bien claro que pasaría a otra cosa cuando el mes que habían fijado en su acuerdo tocara a su fin.

Miró su teléfono y se dio cuenta de que tenía quince minutos para atravesar la ciudad y encontrarse con Ruggero para comer. Justo cuando iba a salir de la oficina,  sonó su teléfono,  era Gail.

-Hola,  guapa -saludo,  obligándose a sonar contenta, aunque estaba sumida en el dilema moral más grande de toda su vida.

-Hola.  ¿Comes con alguien hoy?  Podíamos vernos y hablar.

-No puedo.  ¿Por que quieres hablar conmigo?

-Es que me pareció que estabas un poco... «perdida» no es la palabra, así que no te enfades, pero no sé... inquieta quizás,  por lo de Ruggero Pasquarelli.

-Es que estoy perdida -admitió-.  Pero sólo porque no es como los demás hombres a los que he conocido y no sé exactamente como manejarlo.  me vendría bien Algún consejo.

-Me lo imaginaba.  Esta noche estoy ocupada, pero si quieres podemos desayunar o comer juntas mañana.

-Desayunar, quizás. Tengo que pasarme por el plato mañana,  así que, si quieres, podemos liar también a Willow.

-Yo me ocupo. Luego te mando un mensaje con los detalles. Un beso.

-Gail...

-¿Si?

-Gracias por llamar -le dijo.  No le hacía demasiada Gracias recurrir a sus amigas por un caso como aquel porque no quería que Pensarán que era una mojigata,  pero Necesitaba hablar con alguien.

-No hay problema.  Willow y tú son mis Almas Gemelas, y tenemos que cuidar las unas de las otras.

-Lo sé,  pero es difícil estando Todas están ocupadas.

-Yo nunca Estoy demasiado ocupada para ti.  Cuídate, cielo.

-Tu también.

Karol se sintió menos sola al colgar el teléfono. Salió de la oficina y paró un taxi. El tráfico era intenso y envió un mensaje para decirle a Ruggero que iba a llegar diez minutos tarde. El le contestó de inmediato:

Yo también llegó tarde.
Pediré una mesa si llegó antes que tú. Tengo hecha la reserva. Hasta ahora.

Karol no supo si debía responder.  Gail y Willow siempre le tomaban el pelo diciendo que cuando chateaba siempre tenía que decir la última palabra. y tenían razón. Al final escribió OK,  y guardó el teléfono.

El taxi se detuvo ante el edificio del Big Apple Kiwi Klub,  hotel y club nocturno en un solo edificio.Contaba con un restaurante merecedor de una estrella Michelín y mostraba una exposición itinerante ee Gustav Klimt.  Los Kiwi Klubs eran una cadena de ámbito internacional propiedad del novio de Gail,  Russell Holloway.

Bajó del taxi y subió al restaurante, que ocupaba el tercer piso. Dio el nombre de Ruggero al maitre y apenas acababan de tener lista su mesa cuando Ruggero llegó. con una mano en su espalda, la condujo a la mesa.

Nadie que los mirará dudaría de que eran pareja,  por lo que Karol pensó que debía tener una charla con su editor y contarle que estaba saliendo con Ruggero,  antes de que la historia le llegase por otro conducto y pudiera sospechar que estaba ocurriendo algo inadecuado.

Otra complicación más. Sabía que se jugaba mucho, y que había apostado todo a una historia que podía darle a su carrera el empujón necesario para ascender al siguiente nivel.

Una vez estuvieron acomodados, se dio cuenta de que había encontrado el tiempo necesario para afeitarse y cambiarse de ropa después de salir de su apartamento aquella mañana.

Pidió agua con gas para ambos y le dijo al camarero que lo avisarían cuando estuviera listos para pedir.

-Necesitamos unos minutos.

-No hay problema, señor - contestó el camarero, y se retiró.

-Espero que no te importe, pero queria hablar contigo antes de pedir la comida.

-Claro que no.  ¿Que ocurre?

-Queria darte la oportunidad de Cancelar nuestro acuerdo.

-¿Por que ahora?

-Me da la impresión de que te pesa demasiado, y no quiero que te sientas obligada a seguir adelante si no es eso lo que quieres.

-¿Seguirias dispuesto a concederme una entrevista?

Él negó con la cabeza, y a ella le molestó que quisiera renegociar su acuerdo ahora que ya se había acostado con él.

-Yo no voy a faltar a mi palabra,  Ruggero.  ¿Y tu?

  ¿Y tu?

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