13: Extraño.

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—¿Mi hermana? —musito, sorprendida— Yo no tengo hermanas, solo un hermano —exclamo, con voz temblorosa. No me lo puedo creer, esto no puede ser cierto.

—¡No seas falsa! —me grita, empujando el arma contra mi frente— ¡Tú eres hija de León, al igual que yo! —esas palabras me dejan completamente sorprendida— ¡No has querido saber nada de mí nunca, igual que el estúpido de Héctor! ¡¡Y encima fuiste tú quien mató a papá!! —la mano le tiembla, mientras las lágrimas ruedan por sus mejillas. Trago saliva. El cañón está demasiado cerca y mi corazón va como una moto.

Tengo que salir de aquí.

—Y-yo no sabía q-que tenía una hermana. León nunca me lo dijo —su rostro asume un gesto de duda, mientras su mano sigue temblando—. León nunca quiso encargarse de nosotros. Maltrataba a mi madre cada vez que podía —sigo diciendo, mientras todos los recuerdos me vienen a la mente.

—¡¡Déjame!! —grito, intentando apartar las manos de León de mi pelo. Él quiso pegar a mamá, y lo la defendí. No quería que le hiciera más daño. Ni a ella ni al bebé que lleva consigo, mi hermanito tiene que venir sano a este mundo.

—¡¡¿Has visto lo que me has hecho, maldita desgraciada?!! —me grita, agarrando mi melena castaña chocolate y colocándome frente a su cara. Parte de ella está cubierta por las gasas que ocultan los puntos. Yo le hice eso, lanzándole una lámpara. Pero no tocaría a mamá nunca más. Se acabó.

—¡¡Ábreme la puerta!! ¡Deja-a a mi hija! —rogaba mamá, mientras sollozaba y aporreaba la puerta del baño.

Y hago lo que León menos se esperaba, escupirle en la cara. Esto desata su rabia, y me da dos bofetadas que me dejan en el suelo, temblando del miedo. Pero prefiero ser yo la que reciba esto a mi madre. Yo soy fuerte. Si yo desaparezco, no pasa nada. Pero mamá debe cuidar del bebé que lleva en la pancita, de mi hermanito.

Cuando vuelvo en mí, escucho el sonido del agua correr. Pronto veo a León frente a mí. Me coge, sujetando mi cabeza por la maraña de pelo. Y me acerca a la bañera, mientras grito por ayuda. Mamá intenta tirar la puerta, pero no puede. 

Escucho la risa de mi asqueroso padre mientras sumerge mi cabeza en el agua de la bañera, que está hirviendo. Intento aguantar la temperatura, pero arde. Mi cara arde. Y no puedo respirar. Necesito aire. Mis pulmones ruegan por ello.

Aire.

Y de repente, aunque suene un poco idiota, rememoro la letra de una canción que me gustaba mucho, de Maná.

"Como quisiera,

poder vivir sin aire"

Me ahogo.

—¿C-cómo? —musita. Ella está sorprendida. Sé que no entiende nada de lo que estoy diciendo.

—M-ira, baja el arma. Te juro por mi vida que te voy a explixar todo, te voy a decir toda la verdad —musito. Ella niega efusivamente, mientras baja su mirada. Así que yo hago lo mismo, atraída por su gesto.

Inconscientemente he llevado una mano a mi vientre, donde acaricio a mi bebé. La chica comprende, y rompiendo a llorar suelta el arma y la lanza al suelo. 

—¡N-no quería! N-o sa-a-bía que tú... —cubre su boca, mientras que con la otra mano señala mi vientre.

El respiro que doy es tan grande que siento que falta aire en todo el universo para entrar en mis pulmones. La veo a ella, con las manos en la cabeza y enredadas en su pelo. Temblando, me acerco. Sus ojos me enfocan, verdes, como los míos. Es una mezcla, parecido a Héctor. Yo no sé que decir ni que hacer, solo soy capaz de respirar acelerada, mientras agarro el teléfono y llamo a la única persona que peude ayudarme sin ahcer un revuelo. Sé que Ricardo puede ayudarme con esto.

Peligrosa ilusión (2ª Bilogía "Novelas peligrosas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora