Peligrosa ilusión (2ª Bilogía "Novelas peligrosas")

33: Pasiones ocultas.

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Salgo de la ducha, enrollada en una toalla que me cubre todo el cuerpo. En el pelo me coloco otra, con el fin de poder secarme y no dejar el suelo del baño como si fueran las cataratas del Niágara. Yo no sé qué hago, pero cada vez que me ducho en mi baño puedes hacer submarinismo.

Me seco, rápido, mientras en el altavoz que tenía puesto suena Another One Bites the Dust, de Queen. Después, entre bailoteos me aplico una crema de olor a rosas por las piernas y brazos. Hoy quiero oler a las mil maravillas. ¿Sabéis estas tiendas de jabones que pasas por delante y huelen superbién? Pues yo quiero oler como ella. Sí, sí, como una tienda de jabones.

En uno de los <Hey, hey> que Freddy grita me motivo y hago lo mismo. La encantadora de mi vecina me contesta con unos golpes en la pared. Y yo, como soy tan sumamente inteligente (la Jadigrosa Einstein) le saco la lengua. Tardo unos segundos en darme cuenta de que no me ha visto. Bueno, por lo menos yo me quedo tranquila de haberla mandado a la mierda.

Me concentro en secar mi pelo, para después arreglarme. Soy tan inteligente que se me da mejor hacer rizos con la plancha que con un rizador. Me visto, con lo que llevo preparando desde tiempos inmemorables. Llevo un vestidito negro, que se ajusta a mí a la perfección. Tiene un escote de barco y las mangas abullonadas. Continúo poniéndome desodorante y colonia. Cuando miro mi reflejo me sonrío a mí misma.

—Si es que yo me entraba —musito, para finalizar todo esto aplicándome rímel.

Desbloqueo mi teléfono para enviar un mensaje a Dani, a quien le estoy preparando esta mega sorpresa. Sí, él y yo hemos tenido problemas. Pero todo ha quedado atrás por el momento. Ayer lo resolvimos a las mil maravillas, charlando y poniendo punto final con un polvazo. Que sí, lo sé, las cosas no se solucionan con el sexo. Pero el gustillo me lo llevé.

Así que ahora estoy preparando un plan romántico para los dos. He comprado unas entradas para ver una película de acción, después he reservado mesa en un italiano que está cerquita de su casa.

<¿Cómo vas? ¿Sigues jugando con George a la Play?> escribo. Le tengo bastante engañado, pues le he dicho que iba a pasar la tarde con mis amigas. Spoiler: es mentira.

<Llevamos un buen pique> me rio, pues la verdad es que me hace mucha gracia las pocas veces que los he visto jugar. No voy a decir que lo que hacen sea de críos pequeños, cada cual tiene sus gustos.

<Pasa buena noche, cariño> le escribo, con una sonrisa. Parece que el plan va a salir bien y eso me pone feliz. No estoy acostumbrada a la suerte.

Así que no tardo demasiado en ejecutar todo esto, para que así pueda ir pronto con mi novio.

—¡¡Steve!! —grito, para que mi hermano me escuche.