19: No florecer.

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***

—Jeannette, ¿te puedo preguntar algo? —la voz de Ada rompe el silencio mientras cenamos. Levanto mi mirada, enfocándola. Su pelo se mueve, mientras ella apoya un codo en la mesa y deja todo el peso de su cabeza sobre la palma de su mano.

—Claro —asumo, asintiendo, mientras llevo el vaso de agua a mis labios.

—¿En qué trabajaste para conseguir todo ese dinero? —cuestiona de repente. Dejo el vaso y trago. Esto puede ser incómodo, pero debo contárselo. Es mi hermana, la misma persona que comparte sangre conmigo es un enigma para mí. Imagino que ella debe tener la sensación idéntica y entiendo que quiera saber cosas sobre mi vida para así poder conocernos. Si soy sincera, me muero por saber un poco de ella. Llamadme cotilla, golismera o metomentodo, pero quiero conocerla.

—Bueno, eso es lo más curioso de todo. Trabajaba para una empresa que se llamaba Breaks his marriage. Y como su nombre indica, me dedicaba a romper matrimonios —sus ojos se abren como platos, en el mismo momento en el que el tenedor se le cae de la mano. Lo sé, es la reacción que me esperaba—. Alguien con dinero y que quiere cargarse alguna pareja del momento contacta con la empresa. Ellos te asignan a alguien, a quien nosotros llamamos el afortunado o afortunada y adelante. Tienes que enamorarlo y hacer que se divorcie. Cuando acabes, desaparecer y olvidarte de todo —su cara es un completo poema.

—¿En serio existe ese trabajo? —asiento con una sonrisa. Me ha hecho mucha gracia su gesto, con la cabeza ladeada— Es muy cruel.

—Lo sé, pero estaba realmente desesperada. Y pagaban bien, muy bien. En ese entonces yo hacía cualquier cosa para conseguir el dinero, lo que fuera. Si tenía que ser la peor zorra de todas, lo sería —afirmo, acordándome de aquella Jeannette y del día en el que Jade y yo brindamos por ser las mayores zorras del universo. Cómo cambió la cosa cuando conocí a Jensen y puso mi mundo patas arriba. Aún recuerdo el momento en el que lo vi por primera vez, con esos ojos que quitarían el hipo a cualquiera.

—Yo... te entiendo. Yo no tenía hermanos. Bueno sí. Bueno, tú me entiendes —ríe, algo nerviosa, apartándose el pelo de la cara—. Pero habría hecho lo mismo —asiente, convencida— Y... ¿sigues trabajando ahí?

—No, Dios me libre —musito, haciéndola reír y agitando mi mano para restarle importancia. Ese trabajo ya ha quedado muy lejos de mi vida. No pienso retomarlo nunca—. Ahora trabajo junto con el diseñador Paulo Magneti. Estamos tratando de crear mi propio sello de ropa, con lo que conlleva hacerse sitio en este mundillo y sacar una línea de ropa —musito, llevando un trozo de carne a mi boca.

—¡Ostras, ¿eres diseñadora?! —exclama, cubriendo su boca con una mano.

—En ello estoy —musito.

—¡Qué guay! ¡A mí me encanta la ropa! —sonrío— Tengo un perfil en Instagram donde comparto muchos de mis looks. Me gusta mucho posar como modelo y me han hecho varias sesiones de fotos —eso me lo creo. Ada tiene un cuerpo de modelo, con cintura estrecha, alta y esbelta. Además, es muy atractiva. Se nota que somos familia (es broma, solo quería subirme un poco el ego, je).

—Te llevaré un día conmigo para que veas todo eso. Creo que te va a encantar —ella me devuelve la sonrisa y asiente. Un silencio se instala entre nosotras, mientra yo me distraigo comiendo.

No sé qué pasa, pero mi apetito ahora se ha multiplicado. Aunque sé que eso de debo de comer por dos es mentira, solo debo de llevar una dieta sana. Pero el antojo que tengo ahora mismo de un maldito trozo de jamón es muy fuerte. No, no puedo comer jamón.

Peligrosa ilusión (2ª Bilogía "Novelas peligrosas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora