3: Nettie.

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Arreglo mi pelo, mirándome al espejo del baño. Lo consigo recoger en una coleta, aunque sea muy pequeña, pues ahora con el pelo más corto me cuesta aprender a manejarlo y se me escapan algunos pelitos. Los baby hairs de las narices.

Corté mi pelo en un momento de locura cuando me vi tan parecida a mi madre... y mis sueños son horribles. Imagino que esto pasará dentro de poco, es normal que habiendo vivido tal situación ahora tenga estas cosas que me carcomen. Necesito tiempo para asimilar todo lo que me ha venido encima. Aunque lo hecho, hecho está.

Hoy he amanecido con Jade dormida en el sillón, al lado de la camilla. Ella es quien se ha quedado conmigo esta noche, mientras Steve está ahora mismo con mi hermano, aunque antes ha ido a darse una ducha a mi casa... aquella que de verdad no quiero. Tengo pensado vender esa casa, librarme de ella y dejar que otras personas construyan su vida allí. Pero mientras nos sirve para hospedarnos sin tener que gastar mucho.

Me encuentro bien de momento, ayer me dieron progesterona y me dijeron que seguramente esta tarde o mañana por la mañana me darán en alta, pues están convencidos de que el hematoma se reabsorberá. Lo que sí me han dicho es que esté por lo menos cuatro días de reposo absoluto, los cuales voy a cumplir a rajatabla.

Y ahora, mi amiga me ha prestado el maquillaje que lleva en el bolso, el cual me permite poner algo de orden en el cuadro que tengo como cara. Cojo el rímel y aplico un poco en mis pestañas, acercándome más a mi reflejo para cerciorarme que lo estoy haciendo bien.

—¿Te vas a hacer el eyeliner? —me pregunta Jade, entrando al baño, mientras escucho como sus zapatillas chirrían— Me estoy haciendo pis —dice, mientras cierra la puerta.

—La verdad es que no tengo ganas de maquillarme, pero solo por no parecer una muerta... —exclamo, mientras mi amiga se sienta en el váter.

Sé que estoy más blanca que la leche, y incluso creo que he adelgazado en estos días que he pasado tan nerviosa, aunque comiera lo mismo. Me siento débil, sin fuerzas... pero tranquila de saber que mi hermano —dentro de su gravedad— está estable, y de saber que el bebé, el pequeño arándano, también está fuera de peligro.

—Jean, no pareces una muerta —exclama, para hacerme girar y darle la cara. Está mintiendo—. Bueno, sí, lo pareces. Pero estas guapa igual, tú siempre brillas —me hace sacar una sonrisita, de verdad que Jade es la mejor.

—¿Me haces tú el delineado cuando acabes? —le pregunto. Ella asiente. Me lo tenía que haber hecho antes de ponerme el rímel, pero bueno.

Cuando acaba y se lava las manos, agarra el eyeliner y me mira, mientras yo cierro mi ojo derecho para que empiece.

—¿Muy marcado? —niego.

—Algo fino, no me apetece pringarme la cara hoy —asiente, para comenzar a dibujar. Me es inevitable reír, pues la cabrona saca la lengua y se la mantiene mordida, mientras echa la mandíbula para abajo. Su cara parece un barbo, le faltan los bigotes.

Cuando acaba salimos al cuarto, donde cojo mi móvil que está cargando. Doy gracias que no le haya pasado nada al aparato que mis amigos me dieron anoche, recuperarlo me hizo ciertamente feliz, aunque en realidad no tengo más que unos cuantos contactos y... fotos. Unas fotos que pienso conservar el resto de mi vida.

Lo enciendo, pues se había quedado sin batería. Y me llega la friolera de quince llamadas perdidas, catorce de las cuales son de Maggie. Y la última es de Jensen, de hace menos de media hora. Así que cogiendo todo el aire que puedo, le doy al botón de llamar. Al tercer tono me contesta.

—Hola Jeannette —su voz, a través del teléfono, hace que mi corazón se agite. Maldito Jensen, aún consigue hacer el mismo efecto en mí, como si fuera el primer día. A veces odio que me sienta así por él.

Peligrosa ilusión (2ª Bilogía "Novelas peligrosas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora