32: Encuentros.

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***

Después de haberme pasado el domingo en casa, arreglando todo lo que quedaba y el lunes trabajando, llega el temido martes. Y digo temido porque hoy tengo que acompañar a Paulo al estudio para hacer las fotografías que se pondrán antes, después y algunas expuestas en la pasarela, así como las que utilizaremos. Mi jefe es un tanto exigente con esto.

A lo que me refiero es que suele buscar la atención con las poses más extrañas que puedas imaginar, así como las y los modelos que más sepan destacar sus diseños. Es bastante estricto en cuanto a esto, lo que hace que sus fotografías suelan quedar más que alucinantes.

Cuando entro dentro del estudio veo el flash iluminar la estancia una y otra vez. Ada viene a mi lado, pues le llama la atención volver a estar en un lugar así y yo no podía negarme a que no viniera. Total, no pasa nada y me gusta tener a mi hermana de compañía.

—Levanta más la barbilla, no sale bien desde ese ángulo —escucho la voz de Paulo, en el mismo momento que puedo vislumbrar toda la escena.

La modelo va vestida con un traje oversize y corto, mientras posa con un sombrero que tiene forma de triángulo. Lo sé, ahora mismo os parecerá raro. Pero la moda es así, además de que en persona se ve simplemente espectacular. Todo tiene cierta relación que hace destacar.

Cuando mi jefe me ve llegar le hace una señal a la fotógrafa para que se detenga un momento. Hay mucha gente en el set, imagino que son los encargados de maquillaje, peluquería, los ayudantes y todas las personas que puedas imaginar en una sesión de fotografía. No sabéis la gente que hace falta para una cosa como esta, aunque es verdad que yo prefiero las sesiones con el mínimo de personas posibles.

Paulo camina hacia mí con una sonrisa, puedo ver en su rostro que está algo estresado. Le entiendo a las mil maravillas, todo tiene que salir perfecto y para ello hay que ser bastante exigente, tanto con lo demás como con uno mismo. Parece que no, pero eso también desgasta lo suyo.

—Buenos días, Jeannette —exclama, sonriéndome. Yo le abrazo, de forma corta. Ahora es algo habitual entre nosotros.

—Hola, Paulo. Veo que ya vais bien —musito, observando todo el set. A la modelo le están retocando el maquillaje, mientras observo que está algo estresada. Se le nota en la cara.

—Sí, la verdad. Ya han salido las primeras fotos, pero te necesito aquí para pedir opinión —musita. Después se dirige a Ada—. Hola, hermosa, tú debes de ser Ada —musita, hablándole a mi hermana.

—Encantada —musita ella, tendiéndole la mano.

—Tu hermana no para de hablar de ti, es como una cacatúa constante —musita mi jefe, a lo que yo abro los ojos de forma exagerada. Después me señalo, como haciéndome la desentendida.

—Bueno, pues si supieras cómo habla de ti todo el santo día... —le contesta ella, haciéndole reír. Yo niego, bromeando, sin poder creer que estos dos de verdad digan esas cosas.

—¿Y qué pasa? ¿Estás intentando algo? —Paulo vuelve a prestarme atención.

—Quiero un plano desde abajo, donde se pueda apreciar bien la silueta de la ropa. Pero no hay forma —musita él, mientras caminamos hacia la fotógrafa.

Ella nos enseña las tomas y sí, Paulo tiene razón. Hay algo que no cuadra, que no deja ver por completo la figura. Además, la chica no sale demasiado agraciada. No me malinterpretéis, es guapísima, pero tiene una pose que no llama la atención.

Peligrosa ilusión (2ª Bilogía "Novelas peligrosas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora