Asher Hiddleston es un fanatico de las carreras de Nascar. Desde pequeño supo que correr estaba en su sangre. Que la adrenalina era su vida. Ahora, él nunca pensó que con una carrera clandestina iba a cambiar su vida. Con apenas 16 ganó su primera c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Asher
15 de septiembre de 2006
Toco el timbre de la gran mansión de la familia Jakobson por tercera vez. Paso una de mis manos por mi pelo y resoplo. Llevo diez minutos esperando y ni siquiera Rosalía, la ama de casa, me abre la puerta. Vuelvo a tocar el timbre muchas veces desesperado.
—¡Holden abre la jodida puerta! Quedamos en que ibas hacerle una revisión a mi auto. ¡Holden!
Unos pasos apresurados se escuchan en el interior de la casa. Dejo de tocar el timbre esperando a que ahora si me abran la puerta, pero no, eso no pasa.
Le frunzo el ceño a la puerta al oír unos susurros al otro lado. Reconozco fácilmente la voz de una mujer y abro mi boca en sorpresa y sin poder evitarlo emito una carcajada que trato de sofocar rápido para no hacerles pasar más vergüenza. Calmo mi risa, aclaro mi voz para volver a llamar, pero escucho como Holden le dice a la chica que vuelve rápido y que lo espere en la habitación.
Ah no, a mí no me va a dejar plantado.
—¿Holden? Se que estás ahí abre la puerta. Me estoy muriendo de calor—. Las voces se dejan de escuchar y yo me desespero. Comienzo a tocar el tiemble muchas veces más enojado. —¡Joder, Holden, solo abre la maldita puerta!
—Hombre caliente aquí, adolescente puberto allá—. Paro de tocar el timbre y suspiro antes de que le meta una patada a la puerta y la tire.
—De hombre caliente no te veo nada. Ahora, ¿vas a abrir la puerta?
—¿Por qué debería? Llegaste a dañarme el mejor polvo de mi vida.
—Eso dijiste la semana pasada—. Pego mi frente a la puerta canalizando mi enojo. De seguro tiene que estar riéndose, me conoce muy bien para saber que me enojo con facilidad cuando no me cumplen las promesas.
—Pues me retracto. Este es el mejor y no pienso dejarlo ir.
—Holden... abre la puerta, deja a la muchacha tranquila y madura por favor. Sabes muy bien que después le inventarás una mentira para que se vaya y la lastimarás.
—Ellas saben a lo que venían. Yo no les ofrecí una relación.
—Idiota, vienes de una mujer. No hables así de ellas. Sino fuera por el esfuerzo y dolor de tu madre no estuvieras aquí. Así que deja de ser un puto, no es bueno lastimarlas. Algún día encontrarás a una persona que te gusta de verdad y ella te hará lo mismo que tú haces. Entonces sufrirás, te dolerá y entenderás lo que ellas sienten—. Espero que conteste, pero solo hay silencio. De momento se escucha unos aplausos y la puerta se abre. Una rubia de ojos verdes me sonríe y me da un abrazo.
No se lo devuelvo, solo miro a Holden desconcertado y él me devuelve la mirada de brazos cruzados.
—Ese fue un discurso muy motivador. Gracias por abrirme los ojos. De ahora en adelante dejaré los encuentros casuales—. La rubia me regala una sonrisa y yo solo miro a Holden que está con la boca abierta. —La mujer que te tenga será muy afortunada. Ahora si me disculpan me voy. Adiós Holden.