🏁C A P I T U L O 22🏁

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15 de junio de 2010

Las últimas dos semanas Amahia y yo hemos avanzado bastante. Hemos tenido tres salida desde el uno de junio. Ese día la llevé al parque y descubrí que no le gustaba nada ese lugar.

—¿Por qué no te gusta? Es un ambiente tranquilo y familiar.

—No lo sé, solo no me llama la atención. Tal vez es porque mis padres nunca me trajeron a uno cuando era pequeña.

—Pues mi meta es lograr que te guste. Cuando te des cuenta de lo maravilloso que es este lugar, vas a venir a visitarlo más seguido.

—Puedes intentarlo, pero no prometo que vaya a gustarme.

—Te voy a hacer tragar tus palabras.

Al final del día se tragó sus palabras. Amahia no paraba de reírse de mí. Jugamos dominó con unos ancianos expertos y ganamos. Fue gracioso ver como los viejos nos miraban asombrados.

—No puedo creer que hayamos perdido contra dos jóvenes, Harold.

—Acéptalo Tom, ya no somos los mejores en esto—. Amahia y yo chocamos nuestras palmas por encima de la mesa celebrando nuestra victoria haciendo que los viejos se rían divertidos.

—Son una maravillosa pareja. Nunca se separen.

Amahia se le sonrojaron la mejilla a un nivel que nunca le había visto, me hizo reír tanto que ella se ofendió y me tiro con un dominó para que me callara. Después de relajar con ellos y jugar otra partida, nos fuimos a caminar por el parque. Amahia les dio comida a las palomas, todo estaba bien hasta que las palomas empezaron a volarle encima. Ahí volví a reírme a carcajadas de ella, pero Amahia no me hizo mucho caso porque estaba preocupada en escapar de la palomas que la perseguían por todas partes.

Terminamos nuestra salida comiendo helado y viendo el sol ocultarse. Creo que nunca me había reído tanto de una persona como lo hice hoy por Amahia. No podía mirarla porque volvía a reírme y más porque todavía tenía unas cuantas ramas enterradas en su cabello.

—Ya deja de reírte de mí, Asher, o te tirare el helado encima—. Alzo una de mis manos en rendición mientras como otro poco de mi helado. Con mi mano libre le saco las ramas de su cabello y las tiro al suelo. —No volveré a tirarle comida a las palomas.

—Yo digo que fue divertido. Es más, volveré a traerte aquí para ver el espectáculo—. Ella me da un golpe en el hombro, pero de todas formas termina riendo conmigo.

—Está bien, lo admito, fue muy gracioso. Pero que nadie se entere, esto queda entre tú y yo.

Asiento y terminamos nuestros helados en silencio. Cuando la llevo a la estación de autobuses, ya que ella no quiere que la lleve a su casa, la miro un poco decepcionado. No quiero que este día acabe.

—Gracias por este día, Asher. Tengo que admitir que el parque si es un lugar divertido y tal vez volvería.

—Te dije que te haría tragar tus palabras.

—Y lo hiciste. No sé cuál es la lección de este día, pero espero que me la digas antes de que llegue el autobús.

—Te la diré en la otra salida.

—Pero... yo quiero saberla—. Ella hace un puchero, pero yo me niego a decírsela ahora. Quiero que lo descubra por ella misma.

—Tu autobús llegó, creo que es mejor que bajes antes de que se vaya sin ti.

—Eres un odioso. Esta bien, esperare a la otra salida para que me digas la lección.

—¿El martes 8, te parece bien?

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