🏁C A P I T U L O 20🏁

151 14 0
                                    

Mierda.

Tan buena que estaba la comida y ahora no la voy a terminar por los malditos periodistas. Yo sé que este es su trabajo, pero no pueden darme, aunque sea un poco de espacio. Se les agradecería mucho su compasión.

Sabía que me iban a buscar por lo que pasó en Daytona, pero pensé que iban a esperar por lo menos que hasta Shlieman saliera del hospital. Ahora veo que pensé mal, ellos nunca nos dejarían en paz y más cuando se trata de tener la exclusiva para su programa.

Gyan me hace señas para que entre al despacho de su mamá y me esconda ahí hasta que ellos puedan despistar a los periodistas.

—Ven conmigo Amahia.

—¿Qué? ¿Por qué? Ni siquiera he terminado de comer.

—Lo sé y lo siento, pero los periodistas están a fuera. No quiero que te atormenten con preguntas y suposiciones. Además, no creo que te agrade mucho la idea de salir en televisión, ¿o me equivoco?

Ella hace una mueca de desagrado cuando ve que no tiene opción y mira a su comida como si le pidiera perdón por dejarla.

—Te prometo que te voy a comprar comida cuando ellos se hayan ido—. Le digo mientas tomo su mano y la jalo al despacho de la señora Mirian.

—No es cuestión de que me compres comida, es que nunca me ha gustado desecharla. La comida es sagrada y no lo digo porque trabajo en una iglesia, lo digo porque se siente como un pecado bien grande desperdiciarla cuando hay niños que no tienen ni que comer.

Bueno es la primera que me está dando una lección y eso me hace sonreír porque eso significa que si tiene otras perspectivas del mundo. A mí tampoco me gusta botarla. De hecho, me considero una persona que come mucho, creo que hasta tengo un hoyo negro en mi estómago.

Así que para que ella no se sienta mal marco el número de Gyan y le digo que nos traiga los platos de comida al despacho. Amahia sonríe satisfecha cuando ve a Gyan entrar con los platos.

—No hagan un desastre o mi madre los va a matar y a mí también—. Amahia y yo asentimos rápidamente mientras tomamos nuestros platos de sus manos. —Bien, cuando los estúpidos esos se vayan les vengo avisar. Tengan buen provecho.

Cuando el sale del despacho yo me siento en el suelo y le hago una seña a Amahia para que haga lo mismo.

—¿Te molesta que la prensa te siga? — Pregunta Amahia cuando ve que llevamos mucho tiempo en silencio.

—¿Tanto se nota? — Ella asiente divertida y yo hago una mueca de disgusto —. No me gusta ser el centro de atención. Me asfixia tener tantas personas encima mío haciéndome preguntas sobre mi sentir en NASCAR, alabándome por mi racha en las carrera o tal vez solo querían preguntarme sobre lo que pasó en Daytona.

—¿Eso no es bueno? No es lo que todo corredor o persona famosa quiere, ser el centro atención de todo el mundo.

—Yo no soy cualquier corredor o persona famosa. Solo quiero hacer lo que me gusta, quiero sentir la adrenalina, divertirme, luego llegar a casa y sentirme libre. Yo hago lo que me gusta porque es lo que me apasiona, no para convertirme en una figura pública.

Me desahogo completamente y no dejo de mirar mi plato de comida con mi ceño fruncido como si ella tuviera la respuesta a mi vomito verbal.

—Quieres ser una persona normal, como solías serlo antes de convertirte en el mejor corredor de NASCAR....

Me quedo en silencio analizando sus palabras. Sé que tiene razón, muchas veces me he cuestionado si esto de verdad era lo que quería para mi vida y siempre llego a la misma conclusión. Ser corredor de NASCAR era mi sueño, era lo que más anhelaba y cuando lo logre me sentía feliz, fue el mejor momento de mi vida y eso nunca va a cambiar.

Life in reverse✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora