Asher Hiddleston es un fanatico de las carreras de Nascar. Desde pequeño supo que correr estaba en su sangre. Que la adrenalina era su vida. Ahora, él nunca pensó que con una carrera clandestina iba a cambiar su vida. Con apenas 16 ganó su primera c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Asher
—Hay muchos carros increíbles aquí—. Holden mira cada auto emocionado, es más le ha tirado fotos algunas. —Debo admitir que aquí hay muchos carros impresionantes, pero no es nuestro ambiente, Asher. Hay gente que nos están mirando de una manera que no me gusta—. Observa a su alrededor y luego frunce el ceño. — No me importaría irme a golpes con algún idiota que nos haga la vida imposible, pero prefiero no meterme en peleas.
Voy a contestarle, pero un hombre bastante robusto se detiene al frente de nosotros. Lo miro desde los pies hasta la cabeza y él hace lo mismo antes de sonreír de manera cínica. Holden endurece sus facciones y cierra su puño con fuerza. Nunca ha sido un chico de meterse en peleas, pero sí que sabe dar sus buenos golpes. Los dos tuvimos una excelente maestra. Esa maestra es mi mejor amiga, mi hermana, Grecia Stuart Campbell, ya la conocerán luego. Vuelvo mi vista a la del señor que todavía nos mira de una manera muy extraña.
—¿Ese carro es tuyo? —Mira detrás mío y ni siquiera tengo que girarme para asentir en confirmación.
—Si, es mío. ¿Por qué pregunta?
—Lo quiero —. Holden ríe de manera sarcástica llamando la atención del hombre.
—No está a la venta. Así que váyase por donde vino.
—¿Quién carajos eres? Ni siquiera te estaba hablando a ti. No te metas a donde no te llamas —. Empuja a Holden de una manera brusca. Los puños de Holden se ven blancos de tan fuertes que está apretando.
—Yo soy el mecánico de ese auto. Hablo cuando quiero y puedo, y si alguien no se debe meter aquí eres tú, idiota —. Los dos están frente a frente y temo tanto que se agarren a golpes porque será mi culpa. Yo fui quien lo trajo aquí y no quiero que le hagan daño. Separo a Holden lentamente del tipo que no separa la mirada nunca de mi amigo.
—Holden, dijimos que no nos íbamos a meter en pelea. Por favor no lo hagamos —. Los ojos de Holden están más oscuros y dilatados. Se que está a punto de explotar y lanzarse encima del hombre, pero no lo puedo permitir y creo que él lo entiende por qué suspira y asiente lentamente.
—Hazle caso a tu amigo porque no sabes con quien te estás metiendo —. Me tensó de inmediato cuando veo que detrás de él hay un tipo con una pistola. Holden está inquieto y en parte se debe al enojo que está tratando de canalizar. —Verás joven quiero tu auto. Podemos hacer esto fácil, tú me das el auto y yo me voy sin hacerte daño ni a tu amigo, ni a ti. ¿Qué me dices?
—Que si lo quieres tendrás que correr para ganártelo —. Lo enfrento y los ojos del hombre se abren sorprendidos. — No soy idiota y, aunque soy solo un menor, no pienso darte mi carro sin nada a cambio. Ni tan siquiera me estás dando una oferta; solo te lo quieres llevar gratis. Pues te tengo una noticia, no te lo voy a dar. ¿Lo quieres? Pues tendrás que correr para llevártelo.