❈•≪04. Estremecimientos≫•❈

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Hongjoong suspiró y sus ojos recorrieron aquel rectangular aparato de metal frente a él, viendo lo que ofrecía tras aquel, también rectangular y no muy grueso vidrio protector. Snacks de diferentes marcas, colores, formas y sabores, pastelillos y golosinas con las mismas características.

De sus labios escapó un ligero suspiró, no tenía mucha hambre y no había algo que llamase su atención pero tampoco podía darse el lujo de no almorzar algo. No ahora que tenía apetito.

Sus castaños orbes pusieron más detenimiento en aquella simple e insignificante función como observar podría serlo. Yendo de fila en fila con parsimonia, nadie además de él estaba en aquella maquina expendedora, no tenía porqué apresurarse. 

Pero cuando parecía que estaría allí varios minutos, algo en la fila número cuatro y en el segundo espacio, captó su atención. Un pastelillo de chocolate, lucía sumamente tentador y aunque no era muy grande, mediano la verdad, le bastó. Colocó su billete y esperó, viendo como la maquina llevaba a cabo su función; su pastelillo se movía, lentamente, hasta llegar al final y caer sin preocupaciones (porque no las tenía), al vacío. 

Sonrió y se agachó, tomándolo.

Se enderezó, satisfecho y sus orbes observaron aquel apetecible pastelillo cubierto por un plástico transparente, tan absorto en una tonta y nada interesante acción se encontró que, para nada notó el largo brazo que junto a su rostro pasó y extendido como apoyado en el cristal de la maquina, quedó.

Su nuca, extrañamente, cosquilleó y la sanción le incomodó al punto de que, inevitablemente, se estremeció. Notando, gracias a dicha como involuntaria acción, el brazo que a su lado estaba. Notando también una cálida brisa contra su oreja derecha, una brisa que se asemejaba, demasiado, a una ligera y superficial respiración. En la parte trasera de su oreja sintió también un sutil y suave roce, el cual dejó cosquilleando la zona levemente tocada, rozada. La parte baja de su columna cosquilleó también.

Por segunda vez, se estremeció.

Tuvo la intensión de voltearse, de apartar aquel desconocido cuerpo de su persona, porque estaba intimidantemente cerca, aunque su cuerpo y el contrario no se estuviesen tocando en lo más mínimo, no le conocía, y además que, poco le gustaba a él que invadieran su espacio con tanta libertad y descaro. 

Pero una susurrante, exageradamente grave y profunda voz, le advirtieron de quién se trataba. Aún así, su incomodidad no se esfumó ni fue menor. Como tampoco pudo evitar que, por tercera vez, su cuerpo se sacudiera, se estremeciera y un extraño malestar naciera en lo más bajo y recóndito de su vientre. Todos sus vellos se erizaron aún más, como una caliente y cosquilleante sensación se instaló en la parte trasera de su nuca, en el punto medio de ésta.

—Cómprame uno, hyung.

Esas insignificantes, sosas y nada particulares palabras provocaron todas aquellas, anteriormente descritas sensaciones en él.

Hongjoong se afianzó al pastelillo y más que veloz, pero poco grácil o ágil, bastante torpe y tambaleante, se volteó. Enfrentando al serio chico de brillantes ojos.

—Vamos, Ratero Kim, mientras más rápido me compres uno más rápido me apartaré.

Fastidiado, el susodicho se volteó y, bruscamente, su mano derecha metió en el bolsillo de su sudadera, rebuscando con, una asombrosa y frustrante torpeza, otro billete. Encontrándolo, apresurándose para sacarlo y, algo tembloroso, insertándolo por la abertura rectangular y metálica. Marcó los mismos dígitos y segundos después, el pastelillo cayó.

—Ya, recógelo.

Por inercia y sin pensarlo, Hongjoong se dispuso a agacharse, pero recordó al alto tras su persona, recordó que estaba demasiado cerca para su gusto y que estaban en una repleta cafetería. Con sus mejillas ardiendo y su cuerpo temblando, lo apartó de un hosco empujón. 

No me delates | [MinJoong +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora