❈•≪14. Suficiente de él por hoy≫•❈

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Hongjoong despeinó sus crecidas hebras y estiró su brazo, tomando una gran toalla con la cual cubrió su cintura, firmemente la aseguró. Dio dos pasos fuera de la ducha y sus pies terminaron sobre una verde y suave alfombra, bajó su vista para observar cómo las cortas cerdas se colaban entre sus dedos, inconscientemente los movió, sintiendo un ligero cosquilleo entre estos.

Sonrió y tomó otra toalla igual de grande que la anterior, comenzando a secar sus brazos, sin ejercer demasiada fuerza, la justa. Una vez finalizó con estos, procedió a secar su descubierto torso, subiendo hasta llegar a sus hombros y poco después, pasar a su cuello. Con estas áreas secas, procedió a, con un ligero movimiento, pasar la toalla por sobre sus hombros hasta que, gran parte de la tela, cubriese su espalda. Sin más demoras, la movió, de izquierda a derecha, subiendo y bajando por su lechosa piel, consiguiendo secar la misma con eficacia.

Accionares que también llevó a cabo en sus extremidades inferiores.

Se deshizo de ambas toallas y procedió a cubrir su cuerpo con aquellas ligeras prendas que había elegido sin demasiada dificultad o demora; ropa interior gris, una remera de cortas mangas y también gris, junto con un corto pantalón negro.

Vestido, seco y sin más que hacer allí, salió del baño. Caminando con despreocupados pasos, hacia su habitación, escuchando a su madre reír por lo que, él suponía, era algún programa de tantos que solía mirar.

Distraído abrió la puerta ante él y de la misma forma, la cerró. Cuando se volteó, su corazón se desbocó, martillando enérgicamente contra las paredes de su caja torácica, su rostro ardió y sus grandes orbes, se expandieron. Asombrados y, ligeramente, anonadados.

—Mierda, ¿qué haces tú aquí?— masculló mientras llevaba su pequeña mano derecha a su pecho, sintiendo sus alocadas palpitaciones.

Mingi ladeó su rostro y sonrió, de aquella forma tan suya y única—. No lo sé realmente, sólo quise venir, estaba aburrido si te soy honesto.

Hongjoong chasqueó su lengua y cruzó sus brazos, protectoramente—. Tienes amigos ¿verdad?, hubieses quedado con ellos.

—Eso sería aún más aburrido, de seguro tú me entretienes por un rato ¿verdad?

Kim no pudo responder, su garganta se había cerrado en un tenso nudo y sus nervios nublado su capacidad reflexiva. Se sentía descolocado y vulnerable. Era molesto y no le gustaba.

Tampoco le gustó la sugerente forma con la cual el alto se había expresado, su ensanchada y torcida sonrisa, como sus descarados y danzantes ojos, los cuales recorrían su silueta sin restricciones o inhibiciones.

Su temperatura comenzaba a elevarse.

—No soy payaso, así que anda, fuera.— pronunció y su cabeza movió, señalando la puerta. El contrario negó—. Por favor, no seas molesto y vete.

—Acabo de llegar.— replicó con fingida indignación, el bajo allí resopló viéndole estirar sus cruzadas piernas hasta que las plantas de sus pies, fácilmente, tocasen el suelo. Envidiaba aquello, lo reconocía—. No seas un mal anfitrión y acércate, anda que no muerdo.

Y Hongjoong obedeció, ¿por qué?, ni él mismo estaba seguro pero su cuerpo entero ardía, expectante. Sabía por qué y a causa de quién, aún así se negaba a quitar aquella, metafórica, venda de sus ojos. 

Avanzó y cuando estuvo lo suficientemente cerca del alto, éste actuó. Estirando su brazo hasta que sus largos dedos envolviesen su muñeca y sin mucha fuerza, jaló. Mientras que su brazo derecho se enredaba y cernía entorno a su cintura, tontamente consiguió sentarse a horcajadas del pelirrojo. Con sus temblorosas manos sujetas a sus anchos hombros.

No me delates | [MinJoong +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora