❈•≪06. Un agobiante verdugo≫•❈

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Tras bostezar y su corta y desprolija cabellera, acomodar. Hongjoong salió de su casa mientras, lentamente, iba dando pequeños mordiscos al dulce y relleno pan que su madre le compró. Disfrutando de su sabor y de la refrescante como suave brisa mañanera que chocaba con su rostro.

Aún se encontraba algo adormilado, sus párpados pesaban y su cuerpo se encontraba rígido, como si no hubiera descansado las horas suficientes y necesarias. Que no lo había hecho.

Tragó los últimos fragmentos de comida que en su boca habían e, indiferentemente, extendió sus brazos para que, segundos después, una negra y ya conocida como pesada mochila, aterrizara en estos. La acercó a su pecho y fuertemente se aferró a ella, la abrazó con la intención de que no se le cayera.

Puesto a que aún se encontraba algo adormilado y en ese estado no era la persona más hábil que alguien pudiera conocer y siendo torpe como lo era, aquello podía suceder sin restricciones.

—Buenos días.— pronunció un alegre chico de relucientes hebras rojas, viéndole plenamente.

Hongjoong no correspondió a su sonrisa ni a su mirada, con pereza y desgano, saludó—. Buenos días, supongo.

—¿Supones?— inquirió con exagerado asombro.

—Supongo.— aseguró con un firme asentir.

Ambos continuaron andando junto al otro, por varios minutos, sumergidos en un silencio bastante agradable. Hongjoong con su vista en el frente, totalmente fija en aquello que se encontraba a la lejanía. Mientras que Mingi le veía, de soslayo pero a su misma vez, de manera detenida. Atenta.

El más bajo se encontraba serio y con sus comisuras entorno a su boca, arrugadas. Disgustado. Aún así la serenidad que su persona entera reflejaba, era agradable. Pacífica.

Hongjoong arrugó su ceño y se apartó, bruscamente, del alto. Deteniendo su andar y llevando su mano derecha a su oído para cubrirlo, volteándose y viendo al contrario con resentimiento.

—No hagas eso.— pronunció con fastidio y centelleantes ojos.

El chico de respingona nariz, sonrió. Sus ovalados y estirados ojos, expandió, simulando sorpresa—. ¿Qué hice?, no sé de qué hablas.

—No finjas y no me vuelvas a soplar en la oreja, ¿entendido?— expresó mientras un recriminatorio dedo le señalaba, le apuntaba con firmeza.

Mingi sonrió aún más grande y ladeó su rostro—. ¿Te molesta?

Un suave «sí» que escapó de la boca del bajo allí e impulsó el accionar del alto. El cual se acercó como inclinó, según la perspectiva del primero, de manera intimidante a su rostro para separar sus curvados y pomposos labios, formando una pequeña 'o' con ellos. Soplando, ligeramente, una sutil y mentolada brisa que dio de lleno en sus rosados y apretados labios.

Acción que le causó un ligero cosquillear en la zona ¿atacada?

El de oscuras hebras dio dos pasos atrás mientras tensaba sus facciones y apretaba sus dientes. 

—Te detesto.— pronunció mientras largaba, ruidosamente, aire por su nariz, como un toro embravecido. Retomando su caminar con pasos más bruscos.

—¿Por qué?, dijiste que no lo hiciera en tu oreja. Definitivamente no fue en tu oreja.

—Tú..., en serio que te detesto.

—Temo confesar que no es mutuo.

Claramente no obtuvo respuesta pero eso no le importó. Su cometido había sido ejecutado con deslumbrante excelencia, el resultado obtenido había sido extremadamente satisfactorio y complaciente. No tenía quejas.

No me delates | [MinJoong +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora