Hongjoong alzó sus pequeñas manos y las llevó hasta su rostro, cubriéndolo al principio para luego restregarlo, despeinando su cabellera en el proceso. Ligeramente frustrado.
Apenas la campana sonó, él había salido de clases junto a Lee, hacia la cafetería. Es algo que solían hacer, muy de vez en cuando. En realmente escasas situaciones y esa fue una de ellas.
Caminaban hacia aquel gran espacio, lado a lado, conversando de la clase anterior y sosegados, serenos. Hasta que a Hongjoong le llegó un mensaje y se detuvo a verlo, sabía de quién era y por eso lo abrió. «¿Adivina dónde estoy», al principio no entendió, de hecho, confundido arrugó su temple y apretó sus labios, viendo aquella formulada pregunta, desconcertado.
Sus engranes y manecillas, despertaron. Toda la maquinaria que conformaba su cerebro, se activó. De un funcionamiento lento y parsimonioso, pasó a uno acelerado y extenuante, hasta que la lamparilla en la parte más alta de toda su maquinaria, brilló.
La respuesta había llegado a él luego de unos pocos segundos que se sintieron como tendidos minutos; salón 5. Allí es donde el alto estaba.
Aunque sintió su cuerpo arder, no respondió. Meneó su cabeza y guardó el móvil, restándole importancia a la pregunta de Lee y continuando su camino, pero a mitad de éste, dudó. Otra vez se detuvo, inseguro de si voltearse e ir hacia al dichoso salón o seguir junto a Lee.
Resopló y se disculpó, girándose sobre sus talones y volviendo por el extenso camino recorrido.
Y allí estaba, a un corto tramo del salón 5, meneó su cabeza y farfulló insultos contra sí y el no presente alto, a causa de otra vez estar cediendo ante éste sin oponerse demasiado. Y lo peor de todo, es que ni siquiera lo intentaba seriamente.
Alucinaba con él mismo.
—Pensé que no vendrías.— burló el de rojizas hebras al verlo ingresar, estaba de brazos cruzados y con una lobuna sonrisa en sus belfos.
El pelinegro resopló y le imitó, cruzando sus brazos más fuertemente—. Si te vas a burlar, me voy.
Mingi negó y sus brazos descruzó, aparentando tranquilidad—. Ambos sabemos que, irte, es lo que menos harás.
Con sus mejillas adornadas de un delicado como encantador rosa, Hongjoong refunfuñó. Claro que no se iría, no tenía sentido que hubiese caminado hasta allí para, ante un arranque de irá causado por las burlas de su menor, irse.
Además, su cuerpo y él mismo estaban expectantes, no estaba allí para conversar, vamos, que con el alto lo que menos hacía era eso mismo.
—Mingi.— pronunció en un claro tono de advertencia.
—Está bien, está bien, paro.— concedió con una sonrisa más ligera, enderezándose en el asiento y con sus manos, palmeando sus grandes muslos—. Anda, ven.
«¿Pretende que me siente en su regazo? Oh Dios mío».
Su rostro se incendió, sus mejillas decidieron sacar un manto de intenso carmín y posarlo sobre su blanca superficie, delatándolo. Su garganta se secó y su corazón, despertó. Latiendo enérgico dentro de su pecho. Ansioso. Desesperado.
Torpe e inseguro, caminó hasta el contrario. Su mirada era tan penetrante, oscura y fija que le entorpecía, dando pasos y trastabillando con objetos y piedras que allí no habían.
Tembló cuando aquellas grandes manos se posaron, delicadamente, sobre sus caderas, ayudándole a tomar asiento sobre sus muslos. Su respiración se paró y su cuerpo se tensó, aunque ya habían estado, sofocantemente, cerca el uno del otro con anterioridad. Para el de menor estatura, seguía siendo demasiado. En todos los sentidos, era más de lo que podía soportar.
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No me delates | [MinJoong +18]
Fiksi PenggemarRobar las respuestas de un examen era un acto sancionable y grave, eso no evitó que la desesperación más pura de Hongjoong le obligase a hacerlo. Su torpeza no evitó que Mingi lo supiera. Y es así como los acontecimientos más irreales e hilarantes...