❈•≪29. Despedida≫•❈

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Y el día más entrañable de todos los existentes, llegó.

Colorido y, ciertamente festivo, se posó sobre todos. Iluminando algunos rostros como relajando algunos otros. Hasta el ambiente se tornaba, ligeramente más ameno y vivaz.

Aquel día que indicaba el final de una semana y por nombre se le había concedido; viernes. Había llegado, cálido, aclamado y como siempre, bien recibido.

Además, el llegar de este día indicaba que, desde los amargos e imprevistos acontecimientos vividos por el pelinegro, habían pasado ya cuatro días.

Cuatro días, de los cuales, los dos primeros, le fueron, considerablemente difíciles de llevar. Puesto a que, si bien el martes se lo pasó con su dongsaeng y amigo, haciendo nada en particular pero sí compartiendo algunas que otras risas y buenos como frustrantes ratos. Eso no fue hasta la tarde, a eso de las seis, o poco más.

Horas antes, Hongjoong, estuvo en su cama sin poder mover un misero dedo, puesto a que su progenitora estuvo sobre él como abeja tras polen o polilla en busca de un fosforescente foco de luz. Cerciorándose de que le obedeciera y no saliera de su cama a menos que, necesitara ir al baño.

Al principio le gustó, bueno, las primeras tres horas. Luego de su despertar, a eso de las nueve de la mañana.

Miró películas en su portátil, comió como si fuera un rey, en su cama y con su madre trayéndole de beber o, valga la redundancia, de comer. Vio vídeos como navegó por el internet, buscando nada en particular.

Pero cuando se hicieron un poco más de las doce, casi la una del mediodía, se hastió. Yacer en su cama sin poder hacer nada por mucho tiempo, realmente le frustró como le desesperó, constantemente estaba moviéndose, yendo de un lado al otro, estuviera haciendo algo importante o no.

Gustaba de moverse, de caminar y de estar en constante funcionamiento. Dentro de su casa como fuera de ésta.

Pero cuando sus altos visitantes se fueron, quedó tan satisfecho como agotado, por lo que, con ayuda de su madre, fue hasta al baño, hizo lo que debió y se fue a dormir.

Para el siguiente día y que por nombre tenía miércoles, la inflamación en su pie había desaparecido aunque aún sentía una ligera, muy diminuta molestia al caminar. Para su suerte, era soportable.

Lo peor fue ingresar a clases y tener que ocupar su asiento de siempre, junto a Lee. Por obvias razones ninguno quiso saludar al otro, es más, apenas ingresó y vio en su dirección, el castaño tenía sus auriculares puestos y se encontraba viendo hacia la ventana allí. Algo que nunca antes había hecho.

Eso sin dudas fue incómodo pero aún así, soportable.

Lo que le hizo querer levantarse de su asiento y correr fuera para no volver, fue Kwang y su mirada. Éste había ingresado varios minutos después que él y tres minutos antes de que la campana sonase, acompañado de su amigo Kang y de otros dos chicos.

Hongjoong se encontraba mirando, desinteresadamente, hacia la puerta porque, ¿qué más podía hacer o hacia adónde más podía mirar en lo que esperaba por el inicio de clases?

Sus miradas se encontraron y él tembló con sutileza, intimidado. Los ojos del rubio, apenas se encontraron con los suyos, relampaguearon. Más que crispados y sumamente resentidos. Su mirada era tan pesada como oscura.

Y a pesar de eso, él no apartó la suya y fingió confianza.

Alzó su mentón de manera arrogante como se enderezó en su asiento, queriendo lucir osado como más grande de lo que, físicamente era. Supo que esa actitud suya no fue bien vista por su rubio compañero cuando las facciones de su rostro se crisparon hasta tensarse y contrariado, apartó la mirada.

No me delates | [MinJoong +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora