Involuntariamente, Kim, separó sus labios y un sonoro bostezo escapó de estos. Sus mejillas ardieron y con sus diminutas manos, cubrió su rostro, evitando la mirada que su profesor le mandó, una inquisitiva y censurante que poco le gustó. Ignorando también la divertida de Lee.
Se encontraba algo hastiado, bueno, demasiado hastiado. Razón por la cual no pudo evitar bostezar a mitad de una importante lección, pero es que estaba harto también, llevaban dos horas escuchando hablar a su profesor de historia y aunque el hombre era pasional y pusiese lo mejor de sí, y aunque a él le fuese bien en la materia, estaba harto. Fatigado.
Simplemente quería recoger sus cosas y salir disparado de su asiento, cruzar aquella rectangular puerta de madera, surcar el mar de personas que se formaría en el pasillo y aplastar el asfalto bajo la suela de sus zapatos en su camino a casa.
Sólo quería ir a su casa, enterrarse en su cálida cama y no hacer el sin fin de tarea que le mandaron para el día siguiente.
No quería hacer nada.
Resopló por lo bajo y centró sus ojos en el libro que compartía con el castaño a su lado, le miró de soslayo y sus, aparentes, concentradas facciones, analizó.
Su rostro era bastante masculino, a ver, que habían algunos chicos con facciones más suaves, menos definidas y "delicadas", sutiles. No significaba que no fueran masculinos, pero algo en Lee le gritaba que era demasiado masculino.
Quizá no tan masculino si lo comparaba con su verdugo, porque hasta el momento, era el chico más masculino con el que se había topado, en cuanto a facciones y rasgos, como en actitudes.
Su mentón era notorio y algo cuadrado, el hueso de éste se definía bastante en cualquier ángulo que estuviese, lo cual encontraba favorable. Sus pómulos no eran muy notorios o definidos, había una considerable cantidad de masa que los tapaba, pudiéndose decir que tenía unos regordetes mofletes. Su nariz no era muy respingada ni delgada, sus fosas eran bastantes amplias y redondas, pero aún así era vistosa y encajaba, no arruinaba ni descomponía nada en aquel rostro. Su tez era algo bronceada y en cuanto a sus ojos, no eran muy grandes, pero sí expresivos y de un oscuro marrón.
—¿Qué tanto me ves?— cuestionó su compañero, con una maliciosa sonrisa en sus labios y un curioso brillo en sus ojos.
Hongjoong se escogió de hombros y posó su vista en el libro, esta vez sí leyendo lo que allí estaba—. Nunca te había visto con propiedad, sólo tuve curiosidad.
Lee rió y su cabeza meneó, aunque el contrario no le miró—. ¿Curiosidad?
—Sí, ya sabes, tonterías.
—¿Tonterías?— Hongjoong asintió, anotando algunas cosas relevantes, según su criterio, en su cuaderno—. ¿Y qué tal luzco?
El de oscuras hebras frunció su ceño y pensó, rememoró lo anteriormente señalado en cuanto al rostro del castaño y sopesó una respuesta apropiada como honesta para brindarle.
Se tomó tal tiempo y dedicación que la campana sonó, y desesperado sus cosas guardó, obligándose a esperar por su lento compañero para brindarle su conseguida respuesta.
—No luces mal.— dijo por fin, escueto y en un monótono tono.
—¿Soy muy ordinario según tus estándares?— replicó divertido, viendo negar al bajo a su lado.
—No tengo estándares— negó con seguridad, esquivando algunos distraídos cuerpos delante suyo—, tus facciones son bastantes definidas, notorias y podría decirse que, bruscas también. Lo englobaría todo en masculino.
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No me delates | [MinJoong +18]
أدب الهواةRobar las respuestas de un examen era un acto sancionable y grave, eso no evitó que la desesperación más pura de Hongjoong le obligase a hacerlo. Su torpeza no evitó que Mingi lo supiera. Y es así como los acontecimientos más irreales e hilarantes...