❈•≪47. Frío mañanero y un cálido gesto≫•❈

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«No estés nervioso, es sólo una plática».

Hongjoong cruzó su pierna derecha por sobre la izquierda, segundos después, la dejó caer completamente estirada sobre el suelo. La sacudió por un corto período y cuando más segundos volvieron a correr, se detuvo. Colocando ahora su pierna izquierda sobre la contraria. Un minuto después, despeinó sus hebras y descruzó su pierna, procediendo a hundirse en el cómodo asiento que ocupaba.

No lo negaría, estaba nervioso.

Su mente seguía más que dispersa, aún así se había despertado más temprano de lo usual y todo gracias a sus cinco alarmas. Se duchó, alistó y desayunó solo para luego salir a la durmiente, silenciosa y más que fría intemperie. Siendo recibido por tenues rayos de luz. El frío viento otoñal chocando de lleno con su adormilado rostro fue lo que necesitó para espabilarse por completo. Y con presurosos pasos consiguió cruzar el inmenso enverjado de su centro de estudios, ingresó al mismo y en su camino a dirección, apenas y se topó con siete o tal vez doce alumnos más.

Antes de que sus nudillos consiguiesen golpear la puerta, la misma fue abierta por dentro y su director apareció, ambos se sorprendieron por la presencia contraria y tras dedicarse unos educados «buenos días», el rango más alto de aquel centro le indicó que ingresase y tomara asiento, tenía algo que hacer y pronto volvería.

Y allí estaba él, sentado en un despacho lo suficientemente espacioso como para considerarse amplio, sus paredes tan blancas que la vista podía sentirse encandilaba y cansaba. Y la pared frente a él era la única con "decoración", si se le podía decir decoración a cuatro títulos perfectamente alineados y enmarcados.

Resoplando, Hongjoong se hundió más en aquel cómodo y suave sofá individual. Era de un apagado azul que, sorprendentemente se enlazaba bien con el asquerosamente brillante blanco de las paredes. Asintió para sí y sus hebras volvió a despeinar, cuestionándose qué tanto tardaba aquel hombre de traje, ligeramente desordenado en volver. Mínimo y sin exagerar, llevaba tres minutos allí. Aguardando.

Bufó y se deslizó más abajo en aquel asiento. Inconsciente su pie derecho comenzó a golpetear la pulcra superficie bajo su suela e impacientes, sus dedos le acompañaron repiqueteando sobre el suave material del sofá. Esperar no se le daba bien, ¿qué otra cosa podía hacer aparte de desquiciarse con exasperante lentitud?

«Vamos Hongjoong, estás esperando no muriendo. Deja de exagerar».

—Esas no son formas de sentarse.

El pelinegro se sobresaltó y rápidamente acomodó su postura. El hombre meneó su cabeza y ocupó su asiento frente a él y al otro lado de aquel amplio y excesivamente limpio escritorio de madera. En el mismo dejó un vaso descartable con humeante café y una azul carpeta.

—Espero no se haya aburrido esperando.— murmuró con seriedad en su rostro pero sarcasmo en su voz. Hongjoong negó, se había impacientado no aburrido—. Bien, vayamos al grano. Kwang fue traído aquí ayer por un altercado físico.— expresó al verlo con detenimiento—. A menos que se haya atacado a sí mismo, no comprendo porqué únicamente él fue traído a mi oficina.

Hongjoong boqueó sin saber qué decir, rascó su nuca y se encogió con sutileza en su asiento—. Y-Yo... l-lo siento.— farfulló sin sentirlo.

—Ya lo creo.— ante el escepticismo contrario, el bajo adolescente alzó su caída mirada—. Nunca antes estuvo aquí, quiero saber qué sucedió. ¿Por qué golpeó a su compañero?

—Esa una mier...— el adulto enarcó una ceja y carraspeó. Hongjoong detuvo su impensado responder y torció sus labios en una mueca, apenado—. Lo siento. Kwang es..., realmente un pésimo compañero.

No me delates | [MinJoong +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora