CAPITULO 45

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Piper.

El día no pudo pasar de la mejor manera, mi madre me despertó con el desayuno en la cama, mi padre me había llevado flores, me apurruñaron en la cama por varios minutos hasta que ya se hizo la hora de levantarme. Nicky estuvo desde la primera hora en la casa de mis padres, llevaba mi vestido, mis tacones, y había buscado al estilista que me maquillaría y peinaría. Charl resultó ser un ser humano encantador, lleno de ideas, con mucha alegría y paz interior, por lo menos eso me transmitió a mí.

El día pasó realmente rápido, peinó mi cabello, dedicó tiempo a mi cutis y maquillaje, podía escuchar desde mi antigua habitación el bullicio de las personas afuera con la decoración. De mi mente no salía mi pelinegra de ojos azules, qué estaba haciendo? Cómo luciría? Cómo se sentía? Acaso siente el mismo montón de mariposas revoloteando por el cuerpo?

Usaría un liguero blanco debajo con encaje rosa pálido, estaba ansiosa porque mi futura esposa pudiera arrancarme todo del cuerpo, de poder disfrutar de su cercanía, esa que hace días extrañaba tanto. Me colocaron el vestido, dejándolo ajustado para mí, mis curvas resaltaban, todo caía en el lugar correcto, mi madre me había dado un pequeño broche azul cielo como tradición "algo prestado, algo azul". Charles lo colocó en mi peinado, justo donde encajaba el velo. Coloqué mis tacones color perla y estaba más que lista.

Mi madre había preparado para mí un buque de rosas blancas, había dado la idea de que colocaran flores de lavanda en el exterior, sabía que de alguna manera haría sentir la presencia de la madre de Alex en el lugar y eso quería, que ella se sintiera acompañada de sus familiares.

-Está todo listo rubia.- Nicky llegó irrumpiendo mis pensamientos

-Y Alex?.- le pregunté ansiosa mientras ella me ofrecía una copa de champan

-Ya ha llegado, estás lista?- se acercó dándome un abrazo mientras yo soltaba un suspiro.

-Estoy lista desde el primer día Nicky...

-Entonces vamos rubia sonrojada.- bromeó para mí

Caminamos saliendo de mi habitación, un fotógrafo captaba cada uno de mis movimientos, tomé la copa de champan de un solo golpe y le entregué el cristal vacío a mi amiga. Mi padre me esperaba al pie de la escalera que había sido decorada para tomar fotos, y así fue. Bajé lentamente puesto que mis piernas temblaban, estaba hecha un manojo de sentimientos, mi padre me miraba con ilusión, podía vislumbrar un par de lágrimas brotando de sus ojos y aquello me hizo sentir que de alguna manera estaba orgulloso de mí.

Estiró su mano y yo la tomé, podía escuchar la melodía y aplausos en el exterior, mi estómago estaba revuelto y mi corazón latía desenfrenado. Acaso mi chica se sentirá de la misma manera? Caminamos hacía la salida del jardín, a esta distancia podía mirar a las personas sentadas, el olor a lavanda llegaba hasta aquí y la música clásica empezaba a sonar. Mi madre había escogido las piezas a sonar, no dude ni un segundo de dejarla encargado de aquello, la puerta se abrió y quedé frente a la multitud ajena a mi presencia. Todos miraban a mi novia, que estaba de pie en nuestro punto de encuentro mirando hacia todos lados, la alfombra blanca me daba la bienvenida, la melodía de Pachelbel me recibía y fue entonces cuando nuestras miradas se encontraron.

Ese par de focos verdes se unieron como un imán a mis ojos, su sonrisa se volvió tonta y juré por unos segundos que podía babearse, estaba vestida de la manera más pulcra y hermosa que pude alguna vez imaginar. El blanco hacía un contraste angelical y peligroso con su piel, su cabello negro caía precioso sobre sus hombros, la mirada detrás de ese par de lentes negros era de las más enamoradas que nadie nunca me había dedicado. Fue entonces cuando me percaté que todos me miraban ahora en silencio, sonrisas dibujadas, lágrimas cayendo. El brazo de mi padre me sostenía y era la única prueba de que esto no era un sueño, era mi cuento de hadas hecho realidad.

Love is... pain?  | VAUSEMAN 🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora