1) El examen de álgebra imposible
Era un día triste para los alumnos séptimo grado, todos ellos estaban sentados en sus sillas, completamente en silencio mientras sobre los pupitres el profesor dejaba los exámenes de álgebra.
Juan Pablo Villlamil miraba con preocupación a su tocayo, Juan Pablo Isaza, quién intentaba comunicarse por extraños gestos con Simón Vargas.
Ninguno de ellos había estudiado, debido a que se pasaron las tardes ensayando para que el domingo pudieran hacer una presentación decente en un bar local y por eso no repasaron el examen. Y además el profesor, sabiendo que estos siempre tenían alguna cosa entre manos los sentó a cada uno en una punta de la clase.
- ¿Por qué siempre hace calor acá? - Preguntó el profesor abriendo las ventanas junto a otro alumno y de la nada entraron como cincuenta palomas al aula.
- ¡Ah! - Gritó la dramática, más dramática que Villa, usando a Simón como escudo.
- ¡Tranquilos chicos! Ahora se irán. - Aseguró el profesor intentando calmar a los alumnos entretanto hacía lo imposible por hacer salir a las palomas.
Después de veinte minutos consiguieron sacar a todas las aves y el profesor miró mal a Simón, Villamil e Isaza, pero estos estaban tan sorprendidos como sus compañeros por el repentino ataque de las palomas.
-Bien, ahora si pueden comenzar. - Dijo el profesor sentándose en la silla del frente del aula, pero conforme se sentó la alarma de incendios comenzó a sonar.
-Será una falsa alarma. - Aseguró el adulto, pero todos abandonaron el lugar cuándo los estudiantes de las aulas conjuntas salían escopetados hacia las escaleras.
Los alumnos de séptimo grado salieron con el máximo orden posible, al patio dónde el resto de personas estaban. Cuándo pasaron lista y comprobaron que nadie se había perdido, Simón y ambos Juan Pablo fueron en busca de sus dos otros amigos.
Al encontrar a Alejandro Posada y a Martín Vargas cuchicheando alegremente mientras reían disimuladamente hicieron sospechar al trio.
-Fueron ustedes. - Acusó Simón sin ninguna duda.
- ¿Y las gracias por salvarles? - Preguntó Martín sonriendo divertido.
-Muchas gracias. - Les agradecío Isaza.
-¿Cómo? - Preguntó Villamil.
-Desde el piso de arriba dejamos caer pisto y mollas de pan en el "balcón" de la ventana y cuándo fui a vuestra clase para pedirles algo fue una excusa para poner más en el marco. - Explicó Aleho.
-Y la alarma, me colé en la cocina y dejé el gas abierto. - Añadió Martín.
2)La revolución de la cafetería
"Gimnasio La Montaña" siempre tuvo buena comida en la cafetería, hasta que se jubiló la cocinera jefa y el colegio contrató a "ICOR" una empresa de comida para la cafetería. Hoy tocaba lo más temido por el alumnado: puré.
Aquello no sabías si era una mezclote de verduras o mocos de Tutankamón mezclado con diarrea de gato. Y todo aquel que piense que a lo mejor no sabía tan mal, estaban totalmente equivocados.
-Qué asco. - Se quejó Martín removiendo la comida, mirándola con disgusto.
Incluso Villamil, que era el que más amaba comer, apartaba la bandeja sin probar bocado.
- ¡Estoy harto! No merecemos tal desprecio. - Dijo Simón golpeando la mesa con su puño, llamando la atención del alumnado.
-Creen que pueden alimentarnos con esta bazofia y nos quedaremos callados ¡Pues no! - Siguió hablando mientras los demás murmuraban de acuerdo a lo que decía.
- ¡Aquí comienza la revolución! - Gritó Simón y los demás vitorearon respuestas afirmativas.
Ambos Juan Pablo fueron los encargados de vigilar que no viniese ningún adulto y crear distracciones en caso de necesitarlas mientras Aleho diseñaba los planes y Simón motivaba a todos con sus palabras.
Muchos estuvieron inseguros de entrar a la cocina, pero cómo Martín fue el valiente de ir primero, los demás le siguieron. Empezaron a descongelar carne, machacar verduras, estampar frutas, esconder comida empanada y romper huevos, luego entre todos limpiaron y tiraron las pruebas del crimen.
Eso se repitió durante una semana hasta que el director les pilló con las manos en la masa y los otros como cobardes solo culparon a Simón, Aleho, Martín y a los Juan Pablo.
-Debería expulsarles por lo que hicieron. - Les dijo el director.
-El problema es que usted no sabe el calvario por el que pasamos. - Aseguró Martín y el hombre le miró mal.
-Los profesores tienen una comida bien preparada con alimentos frescos comprados en la mañana mientras los nuestros son enlatados y están por caducar. - Aseguró Simón.
Pero no parecía que el rector fuera a cambiar de opinión sobre el castigo que les caería.
-Mire, ustedes sin avisar a las cocineras prueben durante una semana nuestra comida y si nota lo que decimos no nos pondrá un parte ni nos expulsará, solo nos pondrá un castigo. Y si no encuentra los motivos por los que nos quejamos, hará lo que deba hacer. - Propuso Aleho.
-Está bien. - Aceptó el director ante la petición de Alejandro.
Como se acordó, los profesores (incluyendo al director, subdirectora y jefe de estudios) comieron la misma comida que los alumnos. Al final solo fueron suspendidos dos días y durante el resto de semana debían quedarse a ordenar la biblioteca y el gimnasio.
Desde que Villamil comentó las mentiras de Simón no pude evitar pensar lo liantes que serían en el colegio, así que los titulados Las crónicas de "Gimnasio La Montaña" serán pequeños relatos de lo que imagino que podría haber ocurrido cuando eran pequeños. Y no dejemos de lado que esto es solo el inicio, los shipps también llegarán 7u7.
P.D: Entre los capítulos habrá pasado tiempo desde el anterior.
P.D.2: Esto es ficción y para divertirse. Espero que lo que esté escribiendo no ofenda a nadie y si lo hace pido disculpas por ello.
~Diana
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Sobre shipps de Morat y sus efectos secundarios y unas cuantas cosas más./FINISH
FanfictionHabrán one-shots o historias cortas sobre lo que pone el título y otra cosas random, también se aceptarán pedidos. Somos dos escritoras las cuales firmaremos como: ~Diana ❧Cati Quiero aclarar que en su mayoría serían Isargas debido que es lo que me...