Perdóname

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No voy mentir, el ambiente era incómodo, pero muy incómodo. Todo el mundo lo notaba; el equipo, los presentadores, el fandom...

Martín se sentía mal, pero era demasiado orgulloso para admitirlo. Si en aquel momento le hubieran ofrecido golpearle hasta dejarlo inconsciente habría aceptado sin pensarlo dos veces.

¿Porqué quien era el imbécil qué seguía enamorado a pesar de todo? Sí, exacto él. Pero como dije antes Martín es orgulloso y por ello jamás alguien sabría las ganas que tenía de ir y alejar de los pelos a Cami de Isaza, pero había sido él quien había decidido terminar y ya no podía echarse atrás.

-Me encuentro un poco mareado, me iré al hotel. - Comentó Martín para poder salir de allá una vez que el concierto había acabado.

Recibió un coro de "está bien" y "buenas noches" antes de abandonar el lugar, pero alguien le agarró del brazo cuando salió de allí y estuvo en la calle.

-¿Que quiere? - Preguntó Martín a su hermano.

-Lo sé, no tiene que aparentar fortaleza ante mí. - Afirmó Simón.

Martín lo intentó, realmente lo intentó, pero al final el llanto venció aquella batalla y no pudo evitar abrazar a su hermano, este le devolvió el abrazo e intentó reconfortarlo, acariciando su espalda, así como solía hacer cuando eran más pequeños.

-Todo estará bien al final. - Afirmó Simón.

-Soy un imbécil. - Dijo Martín.

-No, se apartó de algo que le hacía daño y eso no está mal. - Aseguró.

En un hilo de voz el menor preguntó:

-¿Podemos irnos?

Simón asintió y ambos deshicieron el abrazo.

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Las eternas horas de espera en el aeropuerto solían ser aquellos momentos en los que Isaza se paraba a meditar muchas cosas.

Mientras todo el equipo estaba haciendo algo para no quedarse dormidos o otros ya lo estaban, Isaza no dejaba de recriminarse la estupidez que había cometido.

Aquel día estaba cansado y no pensó bien lo que dijo, si hubiera usado otras palabras el menor le habría comprendido e incluso tal vez ambos habrían pasado un rato tumbados en la cama sin hacer nada, solo acompañarse mutuamente.

Mirando disimuladamente a Martín, quien dormía hecho bolita en el suelo usando la chaqueta como almohada, notaba que a pesar de estar a escasos metros lo sentía tan lejos y eso le dolía mucho.

Pese a que no se dirigían la mirada o se hablaban, a no ser que fuera completamente necesario, aquello no quería decir que Juan Pablo hubiera dejado de preocuparse por el menor así que no pudo evitar colocarle encima su abrigo al verle temblar debido al frescor del suelo.

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La tensión en el aire podía ser cortada con un cuchillo. Ambos se miraban directamente a los ojos después de un mes y medio sin hacerlo.

Pedro les había comentado o más bien exigido que hablaran para intentar solucionar aquello y por lo menos poder estar en la misma sala sin que nadie se sintiera incómodo.

-¿Como ha estado? - Preguntó Martín para romper el hielo.

-Pues acá, sin muchas horas de sueño. - Respondió Isaza.

-Se nota. - Afirmó Martín.

-¿Me está llamando panda? - Preguntó Isaza imitando uno de los tantos dramas de Villa logrando que Martín se empezara a reír.

Sobre shipps de Morat y sus efectos secundarios y unas cuantas cosas más./FINISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora