Opiniones 2

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NOTA: esto es el prólogo de una historia que probablemente esté aquí próximamente, pero lo pongo aquí primero para que me den su opinión y si no gusta no tener que continuar. Sí esto no es de tu interés puedes esperar al siguiente capítulo.

ADVERTENCIA: es un poco (bastante) extraño.

Prólogo

Sólo ruinas era lo que quedaba en aquel lugar, nuestra prisión convertida en escombros dedicados a servir al mismísimo Satanás.

Otros dos de nosotros no volvieron a aparecer y supe que para ellos ya era demasiado tarde, miré a mi hermana apoyar su rodilla contra el suelo, agotada.

A mi lado Martín, él ya no lucía como el chico que había conocido al principio. Su rostro mostraba la rabia pura y el deseo de venganza, que yo muy bien entendía. Sus ojos chocolates desaparecieron dejando paso al rojo desquiciado, temí que no pudiera reconocernos y nos atacara por error, mientras que Juan Pablo Isaza tenía la mirada perdida en el cielo color ceniza volcánica y el intenso olor a azufre del viento caliente.

Perdí aquella pizca de cordura que quedaba en mí cuando escuché sus risas y alabanzas ante el señor del mal. Sé que no era completamente yo, con aquellos ojos morados y sonrisa desquiciada, pero por primera vez desde que aquello comenzó acepté que eso era parte de mi ser.

A pesar del dolor agudo por todo el cuerpo subí aquellas escaleras de piedra negra, que sorpresivamente se encontraban intactas, para llegar a la zona superior donde aquellos monjes vestidos de rojo celebraban su victoria mientras halagaban al gobernante de los infiernos.

-Eones sin verte, Realidad - dijo el diablo, no le contesté, solo lo miraba en silencio.

A diferencia como lo describía La divina comedia de Dante no era ningún monstruo colosal o de tres cabezas, si no un hombre trajeado cabello castaño y bastante frente, recordándome bastante al cantante de la banda Panic! At The Disco aunque sus dientes eran puntiagudos y sus ojos caramelo precian albergar las llamas del infierno, pero realmente ya nada me sorprendía.

-Me alegro también de verte a ti, Control - aseguró cuando el chico de, ahora, ojos rojos se plantó a mi lado -. ¿Dónde está Tiempo? Según escuché eran bastante unidos en esta vida - añadió con una sonrisa inocente.

-Tú lo sabes ya, no hace falta que me preguntes - respondió duramente con una voz demasiado distorsionada, indicando que ya no había un rastro humano en él.

Con pasos seguros me acerqué a él y lo agarré del cuello.

-Tenemos cuentas pendientes ¿no crees? - le pregunté con una sonrisa y mi voz distorsionada, pero ya no importaba.

Y entonces desperté.

Sobre shipps de Morat y sus efectos secundarios y unas cuantas cosas más./FINISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora