El princeso y el costurero (Segunda parte)

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Aquello era surrealista, se encontraba en un palacio suplantando a su supuesto hermano, qué había sido secuestrado, había estado aprendiendo etiqueta con Villamil hasta que se fue a buscar a Simón y si es cierto que se había hecho bastante amigo de ese par no estaba seguro de poder imitar en comportamiento o saber todo sobre el de lentes.

-Ya podría haber un mapa por acá. - Se quejó Martín en un susurro.

-Perdona, ¿podría ayudarme? - Le preguntó un chico muy alto, a quién no había visto ni por asomo en los dos días que llevaba en ese horrendo lugar.

-Uh, supongo que sí. - Dijo Martín acercándose al chico.

-Estoy buscando la sala del trono. - Le dijo él y por suerte si sabía dónde quedaba eso.

-Justo iba hacía allá - Mintió -. Sígame. - Le pidió Martín y ambos empezaron a caminar por uno de los doscientos pasillos que había por el palacio.

Cuando ambos llegaron a la sala del trono la reina se encontraba ya allá revisando unas cuantas cartas que uno de los mayordomos le había llevado y al notar la presencia de ambos jóvenes sonrió y se levantó del trono para acercarse a ambos.

-Oh, no le esperábamos hoy Juan Pablo Isaza... - Dijo ella preocupada -. Si lo hubiera sabido habría preparado algo. - Añadió.

-No es necesario su majestad, es normal que no me esperara, salí antes debido a que el día siguiente iba a hacer mucha tormenta y no podría llegar a tiempo. - Explicó el joven.

Martín se quedó blanco al escuchar el nombre de quién acababa de llegar, ese era el futuro prometido de Simón, ¿podía tener peor suerte? Solo le quedaba rezar por que Villamil le encontrara antes de que tuviera que empezar a actuar.

-Veo que ya coincidió con mi hijo, Simón. - Comentó la mujer.

-A sido muy amable al guiarme hasta acá. - Afirmó Juan Pablo.

"¡VILLAMIL DÉSE PRISA!" Fue el único pensamiento de Martín.

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Simón estaba en lo cierto, había una conspiración contra la familia real y estaba siendo orquestada por Pedro Malaver, el mismísimo consejero real. Había dejado a Martín solo en lo que podría ser una trampa, pero ahora no debía pensar en eso si quería rescatar a Simón.

Después de desplazarse durante cinco días a través del frondoso y extenso bosque que delimitaba el reino por fin encontró el lugar que la bruja le había mostrado, una pequeña cabaña la cuál parecía que estuviera a punto de caerse con la mínima brisa. Con el mayor sigilo posible se acercó a la ventana para mirar si había alguien y se encontró con los hermanos Ceballos, quiénes su padre fue despedido de la guardia real por que descuidó su puesto y por ello el hijo menor de la reina desapareció o eso es lo que llegó a oídos de la reina.

No tenía ningún plan en particular ni nada por estilo, solo tenía su adrenalina corriendo por sus venas y un pequeño regalo de la bruja antes de partir a su misión. Tiró una piedra a la ventana rompiendo el cristal y llamando la atención de ambos hermanos, los cuales salieron del lugar dispuestos a golpear a quién se hubiera atrevido a romperles la casa.

Conforme salieron Villamil les tiró el polvo especial para dormirles y funcionó en menos tiempo del que esperó, ambos se durmieron así que el de ojos avellana decidió atarlos a una silla por si se despertaban y luego fue a abrir la puerta que había estado siendo maltratada durante un buen rato, pero justo Simón la había abierto con una ganzúa improvisada.

- ¿Villa? - Preguntó Simón poniéndose a la defensiva por si el de ojos avellana también fuera un traidor.

- ¿Está bien? Vine a por usted, tenía razón Pedro está conspirando contra su familia - Dijo Villamil -. Debemos apurarnos, dejé a Martín solo y esa rata sigue en palacio. - Añadió.

- ¿¡Qué hizo que?! - Dijo Simón.

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Aquello no podía ser cierto, él había sido informado por los hermanos Ceballos que habían secuestrado exitosamente al príncipe Simón, pero al día siguiente él aparecía con una radiante sonrisa acompañando al heredero del reino Isaza. Pero algo olía a chamusquina, pues Juan Pablo Villamil (la persona que pasaba casi veinticuatro siete con el príncipe) no estaba por ningún rincón de aquel enorme y extravagante palacio y por si fuera poco Simón tenía un comportamiento poco digno de él, pero cómo Pedro era el único que le prestaba tal atención al príncipe solo él el que sospechaba y además creyó ver por unos milisegundos a ora persona charlando animadamente con Juan Pablo Isaza.

Decidió que le haría una pequeña visita a los Ceballos y aquello fue su mejor decisión.

-Valla, valla, veo que no solo yo fui el descubierto. - Dijo Pedro mirando a Simón y a Villamil, los cuales se quedaron paralizados al no esperar a alguien más.

-Eres un asqueroso traidor, eras como parte de mi familia. - Le acusó Simón con rabia.

-Exacto "como", pero jamás tendría ese título. - Afirmó Malaver.

- ¿Y ahora qué piensas hacer? Somos más que tú. - Dijo Villamil.

-Yo no estaría tan seguro, Juan Pablo. - Aseguró Pedro y ambos Ceballos se levantaron, desatados, de la silla.

-Debieron haberse quedado jugando a los enamorados en vez de meter las narices en mis asuntos. - Añadió.

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Martín quería huir de aquel lugar, sentía que ese sitio no era para él y se sentía peor al notar que empezaba a sentir apego por el príncipe extranjero.

-Martín escucha. - Dijo alguien y al darse la vuelta se encontró con la joven bruja.

- ¿Cuál es el problema? - Preguntó el chico.

-Han atrapado a Villamil y lo encerraron junto con Simón en las abandonadas cuevas del país, desconozco que piensan hacer con ellos, pero no será nada bueno. - Le informó y el mundo de Martín se vino abajo.

¿Qué haría ahora? No podía irse así porque sí a salvarles pues no sabía quién estaba metido en todo aquello y no tenía amigos que pudieran ayudarle.

- ¿Qué puedo hacer? - Preguntó Martín.

-Confiesa la verdad, desenmascara al culpable. - Dijo ella.

-Me encerraran antes de poder explicarme. - Dijo Martín.

-Habla con el príncipe extranjero, el confía en ti. - Afirmó la bruja.

- ¿Qué? - Preguntó Martín, pero de repente se encontraba en su habitación y solo.

Entonces dos guardias le agarraron, uno de cada brazo, obligándole a caminar hasta la sala del trono dónde se encontraba la reina, Juan Pablo Isaza y la rata asquerosa de Pedro Malaver.

-Majestad siento tener que ser yo quien le de esta noticia, pero han suplantado a su hijo por este bastardo. - Dijo Pedro señalándolo.

- ¿Qué quiere decir con eso? - Preguntó la reina.

-Verá su hijo se estuvo comportando extraño y quise averiguar si se encontraba enfermo, pues yo me preocupo por quién considero como mi hijo, entonces noté a faltar a Juan Pablo Villamil - Empezó a decir -. Entonces le recordé, vi a ese traidor hablando con el modisto del pueblo unos días antes y entonces el velo mágico que nos echó desapareció. - Acabó de hablar.

Al ver que no parecía convencer a la monarca obligó al joven a darse la vuelta y movió la camiseta para que se pudiera ver su hombro, pero se sorprendió al ver la marca real ahí. Y entonces lo entendió, era el príncipe perdido, pero por suerte llevaba un poco de corrector debido a que necesitaba tapar los golpes que el estúpido de Villamil le hizo, con ella cubrió la marca y de repente una luz cubrió a Martín.

El hechizo se había roto.

-Apresadle. - Ordenó la reina.

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Ya no se que me pasa en la cabeza, aiuda ;-;

~Diana.

Sobre shipps de Morat y sus efectos secundarios y unas cuantas cosas más./FINISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora