66. Adriana. 3/3

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• Wow! Esta es una casa de dimensiones exageradas...- veo decir a Dorian y me le quedo mirando extraña.• Qué?.-

Miro a tía Nath.— esto es lo que pasa cuando dejas que tío Moncho haga la tarea con la bendición.- mientras señalo al pequeño Dorian.

• Oiga, no sea irrespetuosa.- al tiempo que pone las manos sobre los hombros de una tía Nath con una risa muy particular.

• Aunque aceptemos que tiene razón.- veo a la tía Andrea.

De repente, todos se miran entre sí y Jeremias se aparece para decir algo al oído de mi padrino.

Nara, visitas.- frunci mi ceño y decidí caminar a la puerta mientras veía a papá jugar con Jeremias a los golpes... también es su heladera favorita, dice que salvó la vida de mamá.

Jeremias dice que mamá se cuida sola.

Caminé y en la sala de entrada veo de pie a Leonel y una bella señora con el pelo color cobre. Sonreí al verla y él me sonrió a mi. Está cansado, se lo ve a kilómetros.

— Quién es la señorita que te acompaña?.- le pregunté a Leo que niega divertido y veo cómo su mamá se voltea para abrir los ojos de par en par.

—~ Nara?.- le devolví una sonrisa.• Esa nenita busca conejitos? Hermosa, pero cómo estás?!.- acercándose con la clara amenaza de abrazarme, la cual me tomo con gran seriedad.

— Adriana.- dejando el más sentido y cálido abrazo que tengo.— Cómo estás?.-

• Ofendida de que hayas crecido tanto, linda.- dice en un pequeño espacio pero lo vuelve a cerrar feliz del encuentro.• me tenes abandonada.-

— Tu trabajo te consume...-

• Lo se... pero siempre podes venir a visitarme...-

— Lo voy a hacer, eh?!.-

• Te vale.-

Ya, ma, asfixias a la pulga...-se mete Leo y yo hago un puchero.

— No seas envidioso.-

Ni me hables, ni siquiera me saludaste.- me responde y era verdad.

— Tenes razón...- me acerco a darle un beso pero me esquiva y camina hacia el pasillo que da a otra sala donde están todos.

Achiné mis ojos ofendida y el seguía su camino. Miré a su madre y ella se divertía con el actor de su hijo.

— No me ignores!.- siguió caminando. Bufé y corrí hasta saltar en su espalda.

Chocamos contra la pared del pasillo y en ningún momento me sostuvo, por lo que mis brazos hicieron mucha fuerza por no soltarse.

• Nara!.-

— No hasta que me saludes!.- haciendo peso para que le cueste caminar.

Cuando llegamos, vemos que todos miraban la escena.

Sonrío y lo veo decir frustrado.

—~Hola Markhez- Villamiles... Vargas- Jimezes Bonillas... Isazas... Campos-Vargas Moraleses... Oviedos-Markhezes... señores abuelos de este koala, Villamiles... tío Talo, tía Macarena...- asintiendo con la cabeza a cada apellido y nombre de las familias.• Tienen nombres muy largos...- se queja y algunos ríen.

Suelte a ese bobo!.- seña Dante desde el fondo y papá asiente secundando la moción.

— No hasta que me salude.- digo en señal de capricho, aunque a decir verdad, mis brazos ya no funcionaban.

SORDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora