52. Conflicto.

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Anahí Oviedo Markhez.

Créanme, no es fácil ser madre.

No es fácil ser madre de una adolescente teniendo el padre que tiene. Y mucho menos teniendo al hermano, el padrino y los tíos que tiene.

Definitivamente no es fácil ser madre y variar las opiniones respecto a las edades, no se cómo lo hizo mi mamá, no sé cómo lo hacen las madres con más hijos. Yo con Inara ya estaba atascada, después llegó Leo que me trajo otras exigencias y con ellos estaba feliz, uno para cada uno, pensaba, pero cuando supe que estaba embarazada dije "okay, lo tengo a Juan, vamos a hacer esto juntos" pero cuando me dijeron que eran dos, entré en pánico.

Todo me fue difícil. Por suerte Inara supo aceptarlos. Leo los amó ni bien los tuvo con él, le encantaba cambiarles los pañales... siempre y cuándo sólo sea pis, me llamaba cuando era otra cosa.

Y no es fácil saber que mi hija se va con su novio a las cuatro de la mañana, pero el que haya llegado a los dieciocho sin nietos para ofrecerme, es un alivio. Estoy segura que la virginidad la abandonó hace tiempo, pero también estoy segura de que es responsable, ya que se que saca turnos con nuestra ginecóloga. Quiero hablar con ella para saber si quiere comenzar a tomar pastillas anticonceptivas, pero no se cómo se lo tomaría. Quiero que sepa de los métodos, pero por sobre todo, quiero que sepa de las opciones y que se sienta bien con las libertades que le brindo.

No crean que siempre pensé esto. Voy a terapia desde hace mucho tiempo y por suerte Hernán, mi psicólogo, siempre estuvo dispuesto a acompañarme en todo esto. Me alentó a educar a mis hijos sobre estas cuestiones, oportunidad que no tuve yo a su edad, todo lo aprendí a los golpes. Eso me recuerda que mis mellis ya están llegando a esa edad que pactamos con Juan para hablar sobre el tema.

A Juan le estresa todo este tema. Le estresaba estar conmigo por primera vez, imagínense hablar con nuestros bebés al respecto.

Ni bien me desperté, miré mi teléfono.

Nara

- Llegué a casa, ma.
- Para que no te preocupes.

Sonreí. Me alegra saber que mi hija es así de considerada y responsable, algo que tengo miedo que me acostumbre y luego espere de Amancay. Esa hija mía es un terremoto, empuja a todos a hacer cosas, a salir de nuestra zona de confort. Miren cómo ayudó a Inara a arreglarse para salir. Escogió conmigo el vestido que usaría su hermana, me había encantado, pero creí que era corto, escotado y que me llevaría a una discusión con Juan Pablo. Amancay me dijo que mientras Inara se sienta cómoda, es lo único que importa... yo misma le había dicho eso hace mucho tiempo cuando le dijeron que el azul era un color de nenes.

Me levanté, cepille mis dientes y toda aquella rutina matutina. Use mi crema para la cara, porque estas arrugas no se mantienen solas, y me cambié. Unas calzas negras, una remera blanca y un saco de hilo largo color verde que me regaló mi esposo con la excusa de que "se parecía a uno que usaba el día en el que lo conocí en el sueño". Ese sueño es el culpable de todo, me vió venir, qué les digo?.

Pasé por las habitaciones de mis hijos como todos los fines de semana. La de Leo es la que más me cuesta, el olor a cigarrillo y alcohol siempre me invade.

Nehuen es increíblemente pulcro, no sabemos de dónde lo sacó, le encantan las cosas excéntricas y antiguas como a su tío Moncho, todo tiene que estar ordenado y limpio, ni bien sabe que está acumulando cosas, las revisa las ordena y separa. Sabe de la historia de su hermano adoptado y sobre las necesidades que habrá pasado y por ello, todo lo que está en buen estado, lo cual por lo general es todo ya que es cuidadoso, me pide que se lo de a algún nene que lo necesite. Su hermano lloró la primera vez que lo hizo, lo cual fue cuando mi Nehuen tenía unos ocho años, desde entonces todos tratamos de hacer lo mismo, impulsado por mi melli.

SORDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora