76. Una hora. (Final)

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— me queda una hora  para hacerte cambiar de opinión.- respondo decidida. Y busco colgarme de él nuevamente, pero me aleja, haciendo que me duela el pecho.

Vos queres que yo termine lastimado?!.- negué.

— Quiero evitar que esto nos duela a los dos...estaría mal no intentarlo.- lo miro directo a los ojos.— realmente quiero intentarlo Leonel.. mirame! Estoy acá, quiero, te quiero con todas mis fuerzas...-

Ese es el problema... vos me queres... yo a vos te amo, Inara... hace cuatro años... si no es que te haya amado desde que te vi buscando al puto conejo blanco...-

Y vos que mierda sabes de si te amo o no?! Tuviste cuatro años para entender tus sentimientos, yo tuve un mes, Leonel! Un mes de mierda...- y ese dicho le pareció raro.

Nara, te enteraste hace dos horas...-

— Tan lindo y tan tonto... quien te dijo que yo consideré mis sentimientos recién ahora?.- suspiré.— me cansé de pedir permiso.- digo y hago que me mire nuevamente extrañado, el pobre no entiende nada, le salto con estos dichos.

Me vuelvo a acercar y vuelvo a tomarlo dándole uno, dos tres besos, para fundirme a él en el cuarto. Lo mordí en medio de la desesperación y fue cuando se separa levemente.—~ La puta madre, Inara.- acto seguido, tira de mi cintura y sus manos van a mi cara para reconectar lo que había roto.

Comenzó siendo desesperado y bruto. Sentí su sabor y quise morir mil veces en él, mi estómago dio un vuelco y entendí lo mucho que necesitaba que él me responda ese beso. Lo necesitaba para entender que después ya no podría estar sin esto, sin él.

Me separé levemente.— quedate... enseñame a amarte, tanto que decís que no tengo idea...-

Pone sus ojos en blanco y vuelve a besarme con la misma intensidad, esta vez con sus manos cerrándose al rededor de mi cintura.

Un suspiro salió de mí en señal de tranquilidad, de relajo, de que por fin todo encastra en su lugar.

Su lengua comenzó a jugar con la mía y sus caricias eran divinas. Me empeñé en pasar mis manos a su cuello una, y la otra a su cara, para dejar millones de caricias e intentar curar estos cuatro años de sufrimiento.

Succionó mi labio incontables veces y mi boca sólo siguió deleitándose con los suyos.

Sus brazos se cerraron más, atrayéndonos en el poco espacio que quedaba, claro que yo cerré mi abrazo también, casi no se podía respirar.

Lo necesitaba. Su cariño, su amor y mucho más me llegó en forma de caricias y recordé la millonada de cosas por las que pasamos, las peleas, las charlas, los momentos buenos, los malos, cómo él siempre estuvo para mí y yo para él, nuestra última charla, cómo cayó sobre mí para hacerme cosquillas. La cantidad de veces que lo vi en traje de baño, en bóxers, con su torso desnudo.

De repente este beso me daba muchísima más sed.

Sentí que hablaba sobre mis labios, así que levanté mi reloj.

• Te amo. Te amo. Te amo...- y sigue dándome besos cortos.• Te amo enana...- me sonrojé con eso último. El apodo lo hacía más real. Era Leonel quien me lo decía.

Me separé de él y lo miré a los ojos estaba tranquilo, brillaban...

Me alejé y fui hasta la puerta para cerrarla y ponerle traba. Me doy vuelta y me apoyo en esta para mirarlo de una forma calma, sonrojada, pero aún así lo miraba con ternura.

—~No.- niega.— no... recién caminamos y vos ya queres correr, estás loca.-

Sonreí.— Tenes miedo?.-

SORDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora