Capítulo 7

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No había podido dormir hasta las cuatro de la madrugada por el idiota de mi ex novio, toda la noche había pensado en él y en los lindos momento que habíamos tenido durante nuestro año de novios. No podía evitar llorar de enojo, quizá tuve haberlo golpeado antes de que se fuera para sentirme mejor, pero era incapaz de hacerle daño a Ian aunque él me lo hubiera hecho a mi. Era débil por él y lo odiaba por eso.

Mi padre me había despertado a las seis de la mañana para que lo ayudara a planchar algunas camisas y ordenar su maleta, él debía viajar a Nueva York por trabajo. Mamá no planchaba ni un trapo, así que yo me encargaba de ordenar las cosas de papá para que no se enojara aún más conmigo. A pesar de todo era mi papá y lo quería. Después con mamá fuimos a dejarlo al aeropuerto y pasamos a comprar cosas para la casa. Así que solo había dormido dos horas y tenía demasiado sueño. Siempre dormía ocho horas, y me faltaban varias para completarlas así que me recosté en mi cama y me quedé profundamente dormida.

Me sentí observada y abrí mis ojos para ver de quién se trataba. Solo deseaba que no fuera un fantasma, había visto demasiadas películas de terror y en la mayoría pasaba algo similar. Pero mi fantasma resultó ser nada más y nada menos que Caden Morgan.

Estaba al lado de mi cama mirándome fijamente, su mirada era pesada, igual que él.

— ¿Qué haces tú aquí?— pregunté molesta.

No habíamos pasado ni 24 horas separados y odiaba a mis padres por eso.

— Hoy te secuestro.— frunció ligeramente el ceño.—  ¿Por qué duermes? Son las tres de la tarde.

— No te importa.— me puse de pie y caminé a mi guarda ropa.— ¿Dónde está mi madre?

Caden iba caminando atrás de mi.— Se fue con mi mamá a hacer... en realidad no sé, pero están juntas.

— ¿Tu padre también se fue?— pregunté tomando un bolso, no tenía ánimos para pelear.

— Si, junto al tuyo. Hoy te vi en el aeropuerto.— mencionó recorriendo con la mirada mi armario.—No olvides llevar tu traje de baño.

Solo lo llevaría para que Caden se callara un rato, pero no tenía intenciones de usarlo frente a él. No tendría el privilegio de verme semidesnuda.

— Abre el segundo cajón a la izquierda. De ahí sacas uno negro de dos piezas.— le indiqué mientras yo buscaba mi maquillaje.

Aún no me acostumbraba a tener un guarda ropa tan grande, pero era cómodo poder tener todo ordenado.

— ¿Usas esto bajo esa ropa?— entre su pulgar e índice tenía la fina tela de una de mis tangas.

— ¿Sorprendido?— pregunté intentando que no notara mi vergüenza.— Es el cajón de abajo, te dije el segundo.

— No te imagino usando cosas sexys, eso es todo.— lo dejó en su lugar y abrió el otro cajón.— Dijiste negro, ¿verdad?

— ¿Por qué no?— pregunté mirándolo.— Todas podemos usar cosas así, además no me gustan los calzones de abuelita. Y sí, el negro de dos piezas.

Lo tomó y lo miró detalladamente, luego me miró de pies a cabeza descaradamente.— No se te verá bien, no tienes las suficientes tetas para usarlo.

Respiré hondo, no llevábamos ni siquiera cinco minutos y ya quería golpearlo hasta no poder más. Quería desquitarme con alguien y Caden estaba de candidato.

— Tú calla y ponlo en el bolso.— se lo pasé y lo hizo.— Ahora sal que voy a cambiarme de ropa.

Caminó a la puerta y se detuvo antes de salir.— ¿Estás consciente de que algún día te voy a ver desnuda, verdad?

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora