Capítulo 11

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Desperté con una enorme sonrisa, mi ánimo estaba por las nubes y no había quién lo bajara. Me miré al espejo y aunque estuviera despeinada, sin maquillaje y con el rostro un poco dormido me sentía hermosa. Me di una ducha con agua tibia para relajar el cuerpo de unos veinte minutos mientras cantaba. Mi voz no era muy agradable de escuchar, pero me gustaba cantar lo más fuerte posible.

Bajé a tomar desayuno con mi mejor sonrisa. Me senté a la mesa y preparé café mientras intentaba entender la conversación que tenía Kate con mamá. Se veían alegres mientras hablaban, tanto que me hizo reír.

Miré la vestimenta de mamá y me pareció algo extraño.— ¿Vas a salir?

— Si, Jenni y yo iremos a la galería de arte.— respondió mamá.— Pasarás el día con Caden.

Eso bastó para cambiar mi sonrisa a una mueca. Yo podía vivir sin Caden, podía dormir sin Caden, podía respirar sin Caden, pero con él no podía hacer nada de eso tranquila.

— Puedo quedarme aquí, no quiero ir donde los Morgan ni mucho menos estar cerca de Caden.— dije mirando a mi madre seria.

— Iremos y le pedirás disculpas, Sophie.— dijo mamá con el ceño fruncido.— Fue muy grosero de tu parte empujarlo a la piscina e irte como si nada hubiera pasado.

Ella debía admitir que fue gracioso. Verle la cara de estúpido a Caden fue satisfactorio.

— Claro, el pobre Caden es víctima de mis actos.— me puse de pie.— Él es un idiota que arruina mis días y no deja de fastidiarme.

— Sophie, no seas así con Caden.— dijo mamá algo apenada.— Por favor, él intenta...

Se quedó callada.

— ¿Intenta qué?— pregunté seria.— ¿Fastidiarme? Porque eso es lo que frecuentemente hace.

Subí a mi habitación y di un portazo. Arreglé mi bolso y me puse maquillaje pintando mis labios rojos. No servía de nada negarme, mamá era capaz de traer a la policía para que fuera a la casa de los Morgan.

Me puse una mini falda de mezclilla pegada al cuerpo, una polera blanca y zapatillas del mismo color. Tomé mi cabello con una coleta alta y me puse mis lentes oscuros. Bajé y mamá me esperaba en la sala.

— Te ves hermosa.— comentó mamá.

— Gracias.— dije todavía molesta.

El chófer nos llevó a la casa de los Morgan en silencio. Nosotras cada vez hablábamos menos y todo era culpa de su maldito acuerdo. Yo ya no me sentía en confianza con ella, era como una extraña para mi. Bajamos del auto y la ama de llaves abrió la puerta para nosotras. Nos llevó a la sala donde estaba la señora Morgan junto al idiota que era su hijo. Caden me miró de pies a cabeza con descaro, como siempre, al igual que yo a él. Llevaba un short de baño negro y una polera blanca, el cabello revuelto y la mirada seria.

En el patio trasero se escuchaba mucha bulla, pero no pregunté por eso. Estaba segura que el maravilloso hijo de los Morgan me respondería algo tonto. Mamá y la señora Morgan se saludaron amistosamente, mientras Caden y yo nos ignorábamos como si el otro no existiera o no significara nada.

— Sophie, ¿tienes algo que decirle a Caden?—presionó mamá para que me disculpara con el niño bonito.

— No.— negué con la cabeza mirándola. No quería chuparle los pies al decirle "lo siento" por algo que se merecía, de hecho debí haberlo golpeado y lanzarlo a la piscina.

— Sophie.— advirtió mamá con cara de pocos amigos.

Suspiré y miré a Caden, él cual estaba con los brazos cruzados.— Disculpa, no era mi intención empujarte a la piscina, pero sabes que te lo merecías.

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora