Capítulo 37

1.1K 77 6
                                    

Pasaron cuatros días en los que Roman me visitaba todos los días y me compraba dulces para hacerme sentir mejor, ya que yo no tenía ánimos ni siquiera para levantarme e ir al baño. Estaba hecha un desastre, olía mal, mi cabello tenía nudos y mis ojos estaban algo hinchados por todo lo que había llorado. Papá ni siquiera me fue a ver a mi habitación, no le importó en lo más mínimo que no bajara a comer en cuatro días.

— Ok, preciosa, esto ya es mucho.— Roman tomó mi mano y me ayudó a ponerme de pie.— Hoy es nuestra fiesta y quiero que estés hermosa.

— ¿Y si la cancelamos?— propuse.— No es necesario que me presente ante todos, ¿no?

— Hubiera aceptado si lo habrías dicho hace algunos días atrás, pero ya está todo listo y las personas invitadas ya confirmaron su asistencia.— arregló un poco mi cabello.— Vamos, ve a darte una ducha. Yo pasaré por ti más tarde, ¿ok?

— Ok.— asentí con la cabeza.

— Te traje algo.— salió de mi habitación rápidamente y luego volvió con un hermoso vestido negro.— Nosotros vestiremos de negro. ¿Te gusta?

Era simplemente hermoso. Era largo, dejaba descubiertos mis hombros y tenía un escote en forma de corazón con un corte dejando ver mi pierna izquierda.

— Me encanta.— sonreí.— Gracias, Roman.

— No es nada.— dejó un beso en mi cabeza.— Nos vemos.

— Nos vemos.— me despedí y él se fue.

Me di una ducha larga ya que me sentía bien bajo en agua tibia de la regadera. Lavé bien mi cabello, me depilé completa y luego salí. Me puse una bata mientras arreglaba mi cabello frente a mi antiguo tocador. No me sentía bien, pero no quería fallarle a Roman, por eso debía actuar normal o mucho mejor que eso. Me miré por al menos una hora en el espejo asegurándome de estar perfecta para la fiesta, ya que debía verme como toda una diva e impresionar a los invitados. Roman pasó por mi a las ocho de la noche y condujo hasta el lugar donde sería la fiesta.

— Debes estar tranquila.— Roman siempre estaba muy relajado.— Solo te presentaré con todas las personas y ya.

Yo ya había pasado por eso anteriormente y no me preocupaba para nada eso, sino que tenía miedo de llorar frente a todos. Estaba demasiado sensible con algunas cosas.

Bajamos del auto y Roman entrelazó nuestros antes de que abrieran dos puertas para nosotros. Entramos y todas las personas del lugar nos miraron, la atención estaba puesta en mi, así que solo sonreí mientras se acercaban mis futuros suegros.

— Querida, te ves hermosa.— la señora Gilcrest me abrazó.

— Se ven muy lindos.— comentó el señor Gilcrest.

— Gracias, papá.— respondió Roman muy cortés.

Seguimos caminando y saludando a las personas mientras yo veía toda la hermosa decoración del lugar. Roman contaba una historia la cual ya me sabía de memoria, de cómo nos habíamos conocido. Según él llevábamos años juntos pero que jamás lo hicimos formal, hasta hace unos meses. Habían más de cien invitados y ya casi íbamos en la mitad cuando lo vi.

Entró con la mirada seria y el ceño casi fruncido, a su lado su padre y al otro lado una chica de melena oscura, ellos iban de la mano. El corazón se me detuvo por un momento y desvié la mirada al instante.

¿Qué hacía Caden y su papá en mi fiesta?

— Preciosa, ven a probar esto.— Roman me guió hasta una mesa repleta de postres.— Sabía que el vestido te quedaría bien, te ves genial.

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora