Capítulo 35

1.1K 81 1
                                    

Se suponía que iba a estar en Nueva York unos días, pero esos días se convirtieron en una semana y media. Hablaba con Caden todas las noches y nos decíamos todo lo que habíamos hecho, por cierto, mi padre no sabía de eso. En la casa de él su padre también se enteró de que nuestras madres estaban juntas. Su mamá también se fue de la casa y su padre le prohibió estar conmigo. Creo que nuestros padres eran tal para cual. Los dos no sabíamos nada de nuestras madres, pero tampoco nos interesaba demasiado ya que por ellas estábamos en esa situción.

Richard me visitó, pero mi padre me amenazó por si le decía algo de lo que estaba pasando a mi amigo, así que solo le conté la parte buena de vivir en Los Ángeles. Estuvo todo el día conmigo y papá no lo dejó dormir en casa. Tenía miedo de que yo le dijera algo. Me sentía muy sola y aburrida en la casa, ya que no podía salir sola ni ver a mis amigos, ni siquiera a Ian, así que solo iba al patio y tomaba sol, pero cada vez que cerraba los ojos la imagen de Caden se proyectaba en mi mente.

— Hola.— escuché una voz masculina.

Abrí los ojos y vi a un chico con un traje muy elegante color gris oscuro y sus manos escondidas en los bolsillos del pantalón.

— Hola.— volví a cerrar mis ojos, pero su mirada era pesada y sentía como miraba mi cuerpo en ese pequeño bikini.

— Mi nombre es Roman.— se presentó.

— No me interesa saber quién eres.— intentaba sonar desagradable para que se esfumara rápido y me dejara sola con mi miseria.

— Debería importarte.— me miraba fijamente.

Esta vez me senté y lo miré algo seria.— ¿Por qué?

— Porque soy tu futuro esposo.

Sentí que un balde de agua fría me caía encima, que golpeaban mi estómago miles de veces, que cortaban mi piel en pequeños trocitos aún estando viva. No podía estar pasando de nuevo. Envolví mi cuerpo en una toalla y entré a la casa rápidamente, fui a la oficina de mi padre, él estaba escribiendo algo en una hoja.

— Papá, ¿organizaste otra boda?— estaba muy enojada.

— Si.— me miró con una sonrisa.— Se casan en unas semanas. Asegúrate de llevarte bien con él.

— ¡No voy a casarme!— grité.

— No vamos a tener esta conversación otra vez.— me miraba serio.— Lo que tuviste con Caden puedes tenerlo con Roman. Te aseguro que él es mejor que ese Morgan.

No podía creer lo que estaba pasando, mis piernas se debilitaron, mi vista se nubló y todo se fue a negro. No podía casarme con ese chico, si lo hacía perdía por siempre a Caden. Yo solo quería estar con él y vivir una vida tranquila.

¿Por qué no podía hacerlo?

Desperté con un fuerte dolor de cabeza y un sonido agudo que sonaba cada un segundo. Estaba acostada en una camilla, todo era blanco, al igual que mi ropa. Había un chico mirando por la ventana con las manos en su bolsillo. Vestía un traje azul oscuro con unos zapatos negros en punta muy elegantes.

Giró su cabeza lentamente y al verme sonrió.— Por favor, dime que te desmayaste de la emoción.

Giré los ojos.— Créeme que lo que menos tengo es emoción.

— Sophie.— se acercó a la camilla.— Yo le pedí a tu padre que nos casáramos. Prometo que todo será como tú quieras, pero siempre y cuando nos casemos y no me falles.

— Escucha Romeo.— lo miré más que seria y con el ceño fruncido.— Tengo novio, no me voy a casar contigo, ¿y cuántos años tienes?

— Mi nombre es Roman.— aclaró.— Ahora eres mi novia, si te vas a casar conmigo y tengo veintiocho años.

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora