Capítulo 38

2.3K 139 42
                                    

Me lancé a la piscina y aguantando mi respiración llegué hasta el suelo de esta mientras abría los ojos. Me sentía liviana, me sentía viva y fuerte bajo el agua, quería quedarme más tiempo abajo pero mi oxígeno comenzó a acabarse. No salí a la superficie, solo me mantuve quieta mientras el agua entraba a mi cuerpo y cerré los ojos esperando a que solo pasara de una buena vez.

Alguien estaba moviendo mi cabeza y solo escuchaba murmullos. Abrí mi boca y boté todo el agua que tenía en mi garganta mientras tosia e intentaba respirar.

— ¿Qué mierda estabas haciendo?— Roman estaba frente a mi con el ceño fruncido.

Volví a acostarme en el suelo ya que no tenía fuerzas ni siquiera para moverme.— Solo estaba nadando.

— No sé si sabías, pero hay que salir a respirar.— se notaba enojado, mientras secaba su cara húmeda, de hecho, estaba mojado por completo.

Me levantó estilo princesa y me llevó hasta mi habitación, me envolvió con una toalla y me acostó sobre mi cama mientras secaba mis piernas rápidamente. Tenía la respiración algo agitada y sentía ganas de vomitar, pero no lo dije, solo quería esperar a que vomitara de verdad para dejar caer todo en Roman.

— Sophie, sé que esto de la boda no es lo que quieres, pero lo que acabas de hacer es algo muy serio.

— Solo estaba nadando.— desvié a mirada algo molesta.

— No volveré a dejarte sola.— se puso de pie y desabrocho los botones de su camisa mojada.— Quizá contrate a alguien para que esté contigo cuando yo tenga cosas que hacer.

— Mira Roman, no soy una niña y tampoco estoy loca para que alguien me esté cuidando.— hablé seria mientras me ponía de pie y caminaba a la puerta.— Yo puedo hacerlo sola.

Fui al baño y me di una larga ducha mientras meditaba lo que había pasado, pero solo llegué a la conclusión de que si Roman no hubiera aparecido, yo estaría llegando al infierno en ese mismo momento. Me sentía demasiado mal y lo peor es que no podía hablar con nadie, así que yo sola debía darme la charla motivacional, ¿pero saben qué? lo peor no era sentirte mal, era fingir que todo en la vida estaba bien. Ya no quería seguir fingiendo, toda mi vida lo había hecho y ya no quería seguir en lo mismo.

Las amigas, hermanas y primas de Roman organizaron una despedida de soltera para mi. Me llevaron a una fiesta en un club donde todas bebieron, excepto yo, no tenía ánimo para nada. Ellas reían, conversaban y disfrutaban, pero yo solo las observaba y hacía un intento por sonreír. No había visto ni llamado a Caden desde la fiesta y de eso había pasado una semana. Todo estaba listo para la boda, ensayamos cómo entraríamos a la iglesia, la torta estaba elegida, las damas de honor ya tenían los vestidos y yo apenas las conocía, de hecho le pedí a Roman traer a Daphne y Jess, pero se negó, dijo que ellas podían hacer muchas preguntas. Me había probado el vestido como mil veces todos los días para asegurarme de que me quedaba bien. Roman quería que todo estuviera perfecto y no hubiera ni una falla. Fui a un salón de belleza donde elegí mi peinado, me pintaron las uñas y elegí con ayuda de mi futura suegra el maquillaje. Papá no me había acompañado a nada de eso, él solo estaba preocupado de trabajar y que yo no fuera a hacer un escándalo, como antes lo hacía.

Roman estaba demasiado enojado conmigo por lo que había pasado en la fiesta y lo de la piscina. Cuando estábamos juntos solo hablábamos lo necesario y cuando habían más personas presentes actuábamos como una pareja feliz.

Jess y Daphne me habían llamado para decirme que no habían visto a Caden hace días, él no había asistido a la universidad y cuando le preguntaban a Frank sobre él, solo decía: No lo sé, no he hablado con Caden. Yo no sabía si él y yo habíamos terminado, no sabía si él estaba enojado conmigo, no sabía si ponerme furiosa o solo llorar por mi mala suerte.

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora