Capítulo 16

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Apenas llegó mi padre del viaje les dije todo lo que me había pasado, ellos me miraron horrorizados por todo lo que había hecho. Me prohibieron salir sola e ir a fiestas por un tiempo, por precaución, según mi padre. Él contrató a agentes especiales para que encontraran más rápido al sujeto y tuviera su merecido.

Papá me miraba y me hacia cariño en el brazo.— Tengo mucho que agradecerle a Caden. Salvó a mi niñita.

Sonreí. Ahí es cuando volvemos a la realidad, repleta de peleas y gritos después de una noche "agradable" ignorando lo que sucedió.

— Deberíamos ir al lago.— comentó papá.— Queda cerca de aquí, según Patrick.

— Si quieres ir, vamos.— dijo mamá.— Sería bueno salir como una familia y despejar la mente.

A mi mente vino lo que Caden me había dicho, su madre quería el divorcio. Cuando los viera no sabría cómo mirarlos, sería incómodo y la señora Morgan lo notaría.

— Quiero volver a Nueva York, ¿podemos ir?— pedí con la esperanza que dijeran "si".

— Por ahora no, querida.— dijo papá.— Elige otro lugar y yo te llevaré, el que tú quieras.

No quería ir a otro lugar que no fuera Nueva York, quería volver a mi ciudad natal, lo necesitaba.

Terminé de almorzar y subí a mi habitación, como siempre. Me miré al espejo y ordené mi cabello, limpié mis dientes y me senté en la cama. No tenía nada que hacer y estudiar no era una opción, me sentía más aburrida de lo normal. Decidí salir de mi habitación y recorrer toda la casa, jamás lo había hecho. Tenía muchas habitaciones vacías, la mayoría eran gigantes, mucho más que la mía. En una de las habitaciones encontré una cuerda proveniente del techo, la tiré y bajó una escalera, daba al pórtico de la casa. Encendí la linterna de mi celular y subí. El lugar era tenebroso y habían demasiadas cajas llenas de polvo.

— Sophie.— escuché a mamá.

Suspiré, justo cuando estaba por encontrar algo emocionante mamá interrumpía. Bajé rápidamente y fui al primer piso donde estaba mamá con la señora Morgan, ella se veía preocupada.

— ¿Qué sucede?— pregunté confusa.

— ¿Sabes algo de Caden?— me preguntó la señora Morgan.— Anoche no llegó a casa y no contesta mensajes ni llamadas.

¿No llegó a casa?

— No, anoche me vino a dejar y desde ahí no sé nada.— respondí, pensando en qué le podría haber pasado.— Voy a intentar llamarlo, si sé algo le avisaré.

Subí corriendo a mi habitación y marqué el número de Caden, entró el buzón de mensajes y colgué. Lo llamé un par de veces más y me aburrí de hacerlo.

¿Qué le habría pasado?

Ordené mi habitación y vi alguna películas en Netflix mientras miraba cada cinco minutos mi celular, estaba preocupada. Quizá le había pasado algo grave.

Ya se estaba oscureciendo cuando mi celular sonó, era Caden.

— Caden, ¿dónde estás?— dije apenas contesté.— Estaba preocupada por ti, ¿por qué no contestabas?

— Porque perdí mi celular.— sonaba cansado.— Pero luego lo encontré en mi bolsillo. Raro, ¿no?

Corrijo, estaba cansado de tanto beber. Eso me hizo pasar de preocupada a enojada.

— ¿Dónde estás?— pregunté molesta.

— En una gasolinera.— respondió con su voz más ronca de lo normal.— ¿Quieres venir a verme?

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora