Capítulo 18

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Dormí enojada con la estúpida de Kendall. Pero no podía sacar de mi mente su cara de dolor cuando la golpeaba. Al menos tuve mi momento para liberar tensión. Bajé a la cocina para tomar un vaso con agua, después fui al comedor y me senté al lado derecho de mi padre. Se notaba la tensión en el aire y eso no me gustaba para nada. Mamá y papá no se miraban ni por casualidad y los dos estaban serios.

— Hoy en la mañana me llamó un chico llamado Brent.— papá cortó el incómodo silencio.— Dice ser el entrenador del equipo de handball.

Respiré hondo.

Ellos no podían llamar a mis padres, no tenía quince años. Yo era casi una adulta y ese problema debía manejarlo yo.

— Dijo que golpeaste a la capitana del equipo porque te sacaron de este.— dijo mamá con cierta molestia.

Claro, esa fue la versión que le dijo kendall.

— No fue así.— dije bastante seria.— Ella estaba celosa de que fuera novia de Caden y me sacó del equipo solo por eso. Además cuando estábamos prácticando me empujó dos veces y caí al suelo.

— Aún así no era motivo para golpearla, Sophie.—dijo mamá levantando la voz.— Eso no es propio de una mujer, y puedes recibir una demanda por eso.

— Claro, ella podía golpearme las veces que quisiera y yo la dejaría hacerlo.— desvié la mirada.

— Sophie, estoy harta.— mamá se puso de pie.— Desde ahora tus salidas serán desde la casa, hasta la universidad y después de vuelta.

— ¡¿Qué?!— grité con el ceño fruncido.— ¡Mamá, esto es injusto, solo me estaba defendiendo!

— Ya está decidido, Sophie.— mamá estaba enojada.

— ¿Cuándo tomamos esa decisión?— preguntó papá a mamá.

Estaba claro que ahí empezaba la pelea del siglo.

— Soy su madre, puedo decidir sola lo que haga y lo que no.— mamá frunció el ceño, al igual que papá.

— Y yo soy su padre y también puedo decidir eso, Daisy.— papá controlaba su tono de voz. Él jamás le había gritado a mamá.

— Bien, haz lo que quieras.— mamá se fue del comedor enojada.

Papá respiró hondo y me miró con una sonrisa.— ¿Cómo golpeaste a esa chica?

Sonreí, mi padre era un hombre muy pacífico, al cual era difícil hacerlo enojar pero cuando lo hacía, había que esconderse bajo cinco llaves. Le expliqué cómo había pasado y papá reía mientras negaba con la cabeza.

— Supongo que te he enseñado bien.— dijo papá con una sonrisa.— Pero aún así debo castigarte, sino tu madre hará un escándalo y lo sabes.

— Si.— asentí recordando la última vez que pasó algo similar.

— Esta semana estarás castigada, no puedes salir.—me avisó.

— Ok.— asentí con la cabeza.

A pesar de ser un castigo, no era tan malo. Después de la universidad regresaría a casa y lo mejor de todo, no vería a Caden.

Al siguiente día papá me hizo ir a su oficina de trabajo, estuve desde que salí de la universidad hasta las diez de la noche ahí ayudándole. Sabía copiar su firma a la perfección, así que firmé más de cien papeles mientras él enviaba correos e iba a reuniones. Su trabajo era algo estresante, todas las personas a su cargo le hacían problemas y él debía solucionarlo. Fue una semana pesada y muy larga, después de eso entendía por qué papá llegaba tan cansado a la casa.

Prácticamente Vendida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora