Mi padre no se merecía este funeral. Tampoco se merecía morir tan pronto, pero meterlo en una caja de carga me parece una falta de respeto hacia él, no tenemos nada más, es cierto y no podemos cargar su cuerpo cuando salgamos de aquí. Nadie había pensado en su claustrofobia.
—¿Lo cubrimos?—pregunta Berlín. Nos hemos reunido todos para celebrar un funeral improvisado en el almacén. Denver y yo nos miramos. No se merece esto.
—¿Así sin más? Habrá que decir unas palabras o algo ¿no?—Denver asiente, claro que hay que decir algo. Mi hermano da dos pasos al frente y mira el féretro de nuestro padre, dando la espalda al de Oslo.
—Padre nuestro, que estás en los cielos.—comienza a rezar Dani.—Santificado sea tu nombre. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo...
—Venga a nosotros tu reino.—corrige Río.
—¿Qué?
—Que te has saltado un párrafo, que después de santificado sea tu nombre viene venga a nosotros tu reino.
—¿Qué cojones importa eso ahora?
—Si quieres rezar—interrumpe Helsinki.—hay que hacerlo bien.
—¿Tú crees que va a estar ahí Dios viendo si lo dices bien o lo dices mal?—he estado a punto de corregirlo, pero no me ha parecido el momento, no con nuestro padre delante.—Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y libranos del mal.
—Amen.—decimos todos al mismo tiempo mientras nos santiguamos. Mi hermano se echa a llorar y Berlín y Helsinki se adelantan para cerrar la caja. Me coloco al lado de Daniel y le abrazo con todas mis fuerzas.
Está envuelto en una bolsa blanca. Una vez se disfrazó de fantasma con nosotros en Halloween. No quería que le viera la policía, acababa de atracar una peletería. Esa noche nos quedamos dormidos en el sofá. Dani y yo abrazados a cada lado de nuestro padre.
Una vez terminado el funeral, todos volvemos a nuestras tareas. Río y Tokio bajan a cavar. Helsinki y yo vigilamos a los rehenes. Nairobi controla la calidad de los billetes. Berlín va a su despacho y Mónica y Denver se quedan descansando.
Son tal para cual, mi hermano y Mónica. Cojo el anillo que me ha dado Berlín y lo dejo bien resguardado en el bolsillo del mono. Aún no es la hora.
—Mónica.—le llamo. Ella se pone en pie y se acerca a mí. —Tengo algo que pedirte.
—Claro, que ocurre.
—Va a llegar un momento en el que mi hermano me suplique que vaya con vosotros. —Mónica asiente.—Y no pienso joder la luna de miel de nadie. Quiero que, cuando llegue ese momento, lo apartes de mí todo lo que puedas.
—Montauk no tengo tanta...
—¿Fuerza? No la necesitas, tienes labia, podrás alejarlo de mí si tú le convences.
—No sé si puedo...
—Si no lo haces tú, yo, tendré que pegarle un tiro en la pierna y pedirle a Helsinki que se lo lleve en brazos.—Mónica se pone blanca como el papel.—Es muy importante que tú le hagas irse.
Mónica asiente y nos fundimos en un abrazo. Le estoy pasando el relevo, ahora tiene que cuidar ella de mi hermano. Yo ya no puedo hacer nada más por él.
Nairobi es la que nos avisa de que ha entrado el Profesor. Aprovecho este momento para visitar, una vez más, a mi hermano, que está sentado al lado del ataúd de nuestro padre. Me siento a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro.
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Montauk | LA CASA DE PAPEL
FanfictionMontauk fue condenada injustamente a siete años de cárcel por algo que ella no hizo que, junto a su padre y su hermano, se une a uno de los atraco más grande de la historia junto a otros miembros. Berlín asume el papel de cabecilla, Moscú es el exp...