A veces oía a Andrés murmurar algunos cantos gregoriano, sobretodo al alba. Yo me hacía la dormida, bueno, intentaba no despertarme para volver a dormirme durante un rato largo más.
Sergio podía pasar varias noches sin dormir, lo había experimentado en un sinfín de ocasiones. Andrés no era capaz, su cuerpo era como un reloj, tenía unas horas determinadas para cada tarea del día.
Una vez, Sergio, me habló con preocupación de Tatiana, el último matrimonio fallido de Andrés. La mujer que conocía el plan al completo, la mujer que, si hablaba, nos jodería vivos. Tatiana era alguien que se escapaba al control de Sergio, alguien que podría poner fin a nuestras vidas.
—Era concertista de piano.—me empezó a explicar Sergio unas semanas antes de la hora cero, mientras él seguía escribiendo en su cuaderno.—Y ladrona de joyerías.
—¿Y qué te preocupa, Sergio?—me senté a su lado y le hice mirarme.—En el gremio tenemos que ayudarnos entre nosotros.
—Estaba al corriente de ambos planes, del de mi padre y el de Andrés. Y se divorciaron y el golpe de la Fábrica salió bien ¿qué le impide a ella delatarnos?
—¡No seas tan agorero!—Sergio levantó la vista y su mirada, atemorizada, se clavó e incrustó en mi memoria.
—Hablas como él.
—Como ahora me digas que te casaste conmigo porque te recordaba a tu hermano, te pido el divorcio. —ambos sonreímos, nuestras manos se rozan y nuestros labios se besan.
—Quien me iba a decir que rompería la primera norma. —susurró antes de volver a besarme.
Día 2
Bogotá y su equipo ya habían superado las diez toneladas de oro. Todo parecía en orden, aunque no estaba segura de que eso fuera así. Estábamos más jodidos de lo que pensábamos y todo porque Alicia Sierra era la mayor hija de puta de la historia de la policía nacional. No estábamos tan bien como pensábamos.
Los primeros rayos del alba se filtran por los ventanales del edificio central del Banco. Los rehenes empiezan a despertarse, Mónica y yo necesitaremos un relevo dentro de poco, estamos agotadas. Denver parece estar mejor, pero mira con molestia a Miguel, con el que mi hermano ha tenido un Tokio.
Denver se acerca a Miguel y se lo lleva al baño, todos los rehenes empiezan a asustarse. Mónica y yo los seguimos con la mirada y empezamos a calmar a los que se quedan. Ambas sabemos que Daniel tiene un buen corazón y que no le va a hacer nada a Miguel.
—¿Alguien necesita medicinas?—empiezo a preguntar. Algunos levantan las manos, temerosos. —En media hora os atenderé uno por uno.
Los rehenes asienten y callan. No les queda más remedio. Mónica me agarra del brazo y me indica que suba a descansar.
—Yo puedo con ellos, no te preocupes.
—Gracias, Estocolmo.—dejo el arma a un lado y subo hasta donde nos hemos hecho el pequeño campamento de descanso. Sólo estoy yo.
Agarro el teléfono y empiezo a darle vueltas, esperando que me llame. Era peligroso, ambos lo sabíamos, pero era lo suficientemente viejo como para no ser localizable. Aún teníamos la esperanza de que todo fuera bien y de acuerdo al plan. Al final me quedo dormida durante un buen rato.
—¡Montauk!—comienza a gritar mi hermano. Me levanto como un resorte y Dani entra a la habitación. —Van a entrar y Palermo quiere usar la violencia como método disuasorio...
—El Profesor nunca ordenaría eso, Daniel, y lo sabes.—me pongo en pie. Mi hermano se da la vuelta, para evitar mirarme. —Por qué no me has avisado de la reunión sorpresa.
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Montauk | LA CASA DE PAPEL
FanfictionMontauk fue condenada injustamente a siete años de cárcel por algo que ella no hizo que, junto a su padre y su hermano, se une a uno de los atraco más grande de la historia junto a otros miembros. Berlín asume el papel de cabecilla, Moscú es el exp...