Sábado 12:03
26 horas de atraco.Parecía que el sangrado se había detenido, no debe quedar mucho para que pueda ponerme otra vez a trabajar, pero aún no han pasado las veinticuatro horas, tan solo una cuarta parte. Aún me queda por sufrir. Oigo un disparo, al final, no me han escondido demasiado lejos, a unos cuántos despachos del baño de chicas. Un disparo, simple, tal vez certero y mortal. Un segundo disparo, acompañado de gritos ¿han disparado a los rehenes? ¿Por qué?
Empiezo a tener dolores de cabeza, mareos y náuseas. Algo normal. Lo estudié en la carrera. Las pastillas tenían estos efectos, el problema es que se tienen que tomar por prescripción médica, tendría que haber consultado con mi médico o enfermera mis posibilidades de aborto, el problema es que yo soy mi propia enfermera. Tal vez los disparos han sido imaginaciones mías, producidas por los mareos y las jaquecas... sólo espero que no hayan sido reales.
Pienso en todo lo que me ha dicho mi hermano, mi madre quería abortarnos, pero se gastó el dinero en heroína y, entre la cárcel, la droga y la policía nacimos nosotros. Yo nací primero y mi padre pensó que íbamos a estar los dos solos, pero, al rato y llegando tarde, vino Dani, haciendo que no estuviéramos tan solos. Tuvimos suerte, mi hijo no.
El Profesor no quería ningún tipo de relación personal, me extrañó, pero comprendí por qué, de no ser por mis aventuras nocturnas con Berlín, ahora mismo, no estaría aquí tumbada y rodeada de sangre, no habría tenido que abortar en el atraco más grande de la historia y no habría recibido un discurso de mi hermano sobre nuestra huida de la muerte. Ahora lo entendía todo.
A veces iba a hablar con él, cuando estaba apuntando en la pizarra todo lo que íbamos a aprender en la clase de ese día, normalmente se adelantaba y percibía mi presencia aun estando de espaldas. Nos sonreíamos y nos quedábamos en completo y absoluto silencio. Alguna vez que otra hablamos, nada fuera de lo normal. Quería preguntarle cosas sobre él, pero incumpliría la segunda norma: nada de preguntas personales. Sé que a Tokio le gustaba ir a ponerle nervioso. Un entretenimiento gratuito porque el Profesor era como un niño en cuanto a relaciones personales pero un genio en los atracos.
Oigo pasos. Sólo una persona viene hacia mí, hacia mi posición. Unos pasos fuertes y pesados. Mi padre. Se detiene antes. Oigo gritos, una discusión entre él y alguien más. Me pongo de pie e intento llegar a la puerta, aún presa del dolor, sin embargo, necesito saber qué está pasando, qué han sido los disparos...
La puerta del baño está abierta. En silencio, aun queriendo gritar como una puta loca por el dolor. Al llegar me arrepiento de lo que he hecho.
—¿Papá? —Berlín es el primero en girarse. Mi padre está tumbado en el suelo, mi hermano no tiene el mono puesto, pero tiene los brazos llenos de sangre. El suelo también está lleno de sangre.
No sé que pasa, sólo sé que Berlín me coge en brazos al caer al suelo y arrastrarme hasta él mientras gritaba de dolor y frustración, tiene una respiración pesada, un ataque de ansiedad.
—¿Qué ha pasado? —pregunto mientras miro a mi hermano a los ojos, pero este me aparta la vista. Se avergüenza. — ¿Por qué le ha dado un ataque de ansiedad a papá? ¿Por qué ha habido disparos? ¿Qué cojones está pasando?
—Montauk...yo....
—Denver, dímelo....
—He matado a una rehén. —el tiempo se va ralentizando. Siento que todo mi mundo cae, mi héroe está cayendo. Empiezo a llorar y a gritar.
Intento ponerme en pie para golpearle, es la única forma que tengo de expresar mi rabia, mi frustración, mi tristeza...golpes acompañados de expresiones de odio. No quiero volver a verle. No sabiendo que es un asesino.
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Montauk | LA CASA DE PAPEL
Hayran KurguMontauk fue condenada injustamente a siete años de cárcel por algo que ella no hizo que, junto a su padre y su hermano, se une a uno de los atraco más grande de la historia junto a otros miembros. Berlín asume el papel de cabecilla, Moscú es el exp...