Tras una de mis largas sesiones de investigación por Wikipedia, descubro que la película que nos pusieron en clase de Inglés, Las ventajas de ser un marginado, está basada en un libro de un tal Stephen Chbosky, que por lo visto es también el director de la película, así que el sábado decido acercarme a la librería para buscarlo, ruego a todos los cielos que encuentre un tomo en coreano o japonés. Pero ese no es el único problema, lo más importante es que no tengo dinero, así que tengo que pedírselo a mis padres.Aprovechando que mi padre está, como siempre, viendo la tele en el salón y mi madre, también como siempre, en la cocina, decido pedírselo a ella, que rara vez me dice que no cuando quiero algún libro nuevo. Siempre que no sean más de tres al mes, claro, pero normalmente no me paso y este mes aún no le he pedido ninguno.
- ¿Qué libro es?
Titubeo unos instantes antes de contestar, y vuelvo a maldecir a la persona que decidió el título en por estos lares. Casi preferiría que hubieran puesto lo del alhelí, aunque fuera igual de vergonzoso decirlo en voz alta.
- Las ventajas de ser un marginado.
Ella me observa durante unos segundos y abre la boca un par de veces para decir algo, pero acaba cerrándola.
- ¿Te vale con trescientos wons? -pregunta finalmente.
- De sobra -respondo, aliviado porque no me ha hecho ningún comentario acerca del título.
- Ahora vuelvo.
Sale de la cocina en busca del dinero, y yo me quedo allí de pie, esperándola.
Me doy cuenta de que el corazón ha comenzado a latirme con fuerza, pero no sé por qué. Al cabo de un par de minutos regresa con el billete azul en la mano y una sonrisa en el rostro. La manga se le levanta un poco al tenderme el dinero y ella se apresura a bajársela, una costumbre que tiene desde hace tiempo. No tiene mal cuerpo ni mucho menos, pero por algún motivo no le gusta mostrarlo.
- Gracias, mamá.
Cojo el dinero que me tiende y hago ademán de marcharme, pero, antes de que pueda hacerlo, pregunta:
- Mashi, ¿quieres contarme algo?
Trago saliva un par de veces, y noto que mis mejillas comienzan a sonrojarse. Niego categóricamente con la cabeza.
- No te preocupes. Todo va bien.
- Estoy aquí si me necesitas, ¿vale? Sea lo que sea, puedes contar conmigo. No lo olvides, ¿de acuerdo?
No puedo evitar acercarme a ella para abrazarla con fuerza, ocultando de paso las lágrimas que brotan en mis ojos.
* * *
El dependiente de la librería me mira con cara de extrañeza al decirle el título de la novela, pero tras comprobarlo en el ordenador y rebuscar un poco logra encontrar un ejemplar olvidado y polvoriento al fondo de un estante. Pago rápidamente y vuelvo entusiasmado a mi casa, deseando comenzar a leer.
Me termino la novela apenas unas horas después.
La película me había emocionado, pero el libro lo consigue más todavía. Está lleno de frases preciosas, de esas que se te clavan en el fondo del corazón, y, para cuando acabo de leer, casi la mitad de las esquinas de mi ejemplar están dobladas.
Jamás entenderé a esas personas que se empeñan en conservar los libros tan inmaculados como si acabaran de comprarlos. Yo adoro los libros, cada uno de ellos es mi tesoro, y por eso mismo me gusta sentir que son algo que me pertenece, sentirlos como propios. No me gusta que parezcan recién sacados de una librería. Me gusta saber que son como mis amigos; que son míos, con sus páginas gastadas de tanto leerlos y sus esquinas dobladas en aquellos momentos que me impresionaron, me emocionaron o, simplemente, me hicieron pensar, soltar una lágrima o sonreír.
Reviso todas las páginas dobladas, una por una, en busca de una frase que se me ha quedado especialmente marcada:«Aceptamos el amor que creemos merecer».
Juraría que la había oído en la película, pero entonces no le había prestado atención. Sin embargo, al leerla le encuentro nuevos significados de una forma que solo sucede cuando lees una novela. La repito en mi cabeza una y otra vez.
Aceptamos el amor que creemos merecer. Qué gran verdad.
Creo que eso es lo que me pasaba con Jihoon. Lo quería, sí, pero él no me correspondía. O, al menos, no lo hacía como yo habría deseado.
El problema era que yo, como un idiota, me conformaba con las migajas que me daba. Pero últimamente he empezado a comprender que me merezco algo más que migajas. Me merezco a alguien que me quiera por lo que soy, no alguien que me utilice para lo que quiere y luego me deje tirado.
Aun así, no estoy triste, no me corto ni una vez en todo el fin de semana.
Creo que por fin estoy empezando a hacer progresos.
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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fanfic¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...