Despierto con las primeras luces del amanecer, que lo baña todo de tonos rosados y rojizos. El cielo se ha llenado de nubes durante la noche, y la temperatura ha descendido bastante, pero bajo las mantas y acurrucado a Junkyu el frío no me molesta demasiado. Cierro los ojos y me pego más a él, abrazándome a su torso. A una parte de mí todavía le cuesta creer que esto esté pasando realmente, pero su aroma y su tacto son tan reales que es imposible dudarlo.
Un rato después Junkyu comienza a moverse, y cuando abro los ojos veo que ya se ha despertado.
– Buenos días –susurro con una sonrisa.
– Buenos días –dice él, frotándose los ojos con las manos. Está tan adorable que no tengo más remedio que besarlo.
– ¿Has dormido bien? –le pregunto cuando nos separamos.
– De maravilla. ¿Y tú?
– También.
Esta vez es él quien se acerca para besarme. Continuamos así durante un buen rato, saboreándonos el uno al otro, hasta que el beso comienza a intensificarse y se nos escapan pequeños jadeos contra la boca del otro, jadeos que nos hacen besarnos con más ganas todavía. Cuando me doy cuenta, Junkyu está encima de mí, besándome con avidez, saboreando mi boca como si jamás hubiera probado nada mejor. Sus manos recorren mi cuerpo por debajo del abrigo, y después por debajo del pijama, y cada roce hace que me ardan las terminaciones nerviosas como si estuvieran en llamas.
Apoya su peso sobre mi cuerpo con suavidad, lentamente, asegurándose de que note a la perfección cuánto me desea, las ganas que tiene de mí. Yo me arqueo un poco hacia arriba, para que note las ganas que tengo yo, y entonces comienza a besarme el cuello, haciéndome soltar un gemido prolongado.
Entonces un recuerdo aparece en mi mente.
Jihoon.
Jihoon y yo en un campo muy parecido a este, el calor del verano, sus gemidos en mi oído, el dolor que intento soportar por él a pesar de las lágrimas.
Me quedo paralizado. Una parte de mí quiere que Junkyu continúe, pero esta no sería la primera vez que tengo sexo en un campo en mitad de la nada, y no quiero que mi primera vez con él sea así. No quiero que tenga nada que ver con Jihoon.
Me aparto ligeramente.
– Lo siento –susurra, con la voz jadeante.
– No pasa nada –aseguro–. Es solo que... Aquí no, ¿sí?
– Entiendo...
– ¿Estás enfadado?
Suelta una risita.
– Claro que no –me asegura.
– No es que no quiera –me apresuro a aclarar–. Sí que quiero, créeme. Es solo que aquí...
– Lo sé. No te preocupes, lo comprendo.
– Gracias.
Me da un beso rápido en los labios y se acurruca junto a mí. Creo que volvemos a dormirnos, porque cuando me doy cuenta el sol está más alto, y las temperaturas han bajado considerablemente. En el cielo hay unos gruesos nubarrones oscuros, y en la distancia oigo lo que parece un trueno. Lo más probable es que se ponga a llover de un momento a otro.
– Deberíamos marcharnos –dice Junkyu.
Lo recogemos todo y volvemos al coche. Justo cuando Junkyu lo pone en marcha, una lluvia fina comienza a caer. Miro hacia atrás, hacia el granero, y veo la lluvia cayendo sobre el tejado donde hemos dormido hasta el amanecer. Sonrío al pensar en lo que habría pasado si nos hubiéramos quedado tan solo un par de minutos más, habríamos acabado empapados.
– Déjame aquí –le pido al llegar a la entrada del pueblo.
– ¿Seguro? Te vas a empapar.
– Bueno, tampoco está lloviendo tanto. La gente ya estará despierta, y no quiero que nadie nos vea juntos. No es por ti, pero...
– Lo sé. Pues paro aquí entonces.
Tras despedirnos, echo a caminar tan rápido como puedo, con cuidado de no resbalar. Por suerte, la lluvia significa que no hay mucha gente en la calle, de modo que nadie me ve. Además, mi abrigo tiene capucha, así que no me mojo demasiado.
Al llegar a casa entro con cuidado, tratando de no hacer ruido. Pero mi madre ya está despierta, y sale de la cocina con expresión preocupada cuando oye la puerta cerrándose.
– Pensaba que era... ¿Qué estabas haciendo fuera?
Mierda. No se me ha ocurrido pensar en una excusa por si me pillaban.
– Estaba... Eh... Yoonbin me mandó un mensaje para ir a desayunar churros. No quería despertarte, así que...
Sé que no es muy creíble, y en el rostro de mi madre veo que no se lo cree del todo, pero no hace preguntas.
– Pues ve a darte una ducha caliente, que estás empapado. No quiero que cojas una pulmonía.
– Vale.
Echo a andar hasta el cuarto de baño, pero me detengo antes de entrar.
– Mamá, ¿estás bien?
Parece sorprendida por mi pregunta.
– Sí, sí... Tranquilo. Se fue después de la discusión y todavía no ha vuelto, así que...
– No dejes que vuelva a pegarte, ¿sí? Por favor...–Asiente con la cabeza, con actitud avergonzada. Tiene los ojos húmedos, así que me acerco a ella para darle un abrazo que ella acepta con gratitud–. Te quiero.
– Y yo a ti, hijo. Anda, vete a la ducha. Te vas a enfermar.
Ya en el cuarto de baño, me apresuro a despojarme de la ropa para meterme en la ducha. Entonces veo los cortes de anoche, de los que ya me había olvidado. Casi siento náuseas al verlos, y me doy cuenta de que no puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir así. La sangre está seca y me cuesta un poco lavármela, y el dolor me impulsa a hacerme una promesa.
No voy a volver a cortarme. No puedo volver a cortarme.

ESTÁS LEYENDO
影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fanfiction¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...