No sé cuánto rato paso tirado en el suelo lleno de agua de las duchas, pero cuando finalmente consigo dejar de llorar y me levanto, ya no queda nadie dentro del vestuario. Y tampoco está mi ropa, se la han llevado toda, al igual que se han llevado mi dignidad, para alargar mi humillación lo máximo posible.Mojado y desnudo, me asomo cuidadosamente por la puerta, y una ráfaga de aire helado del exterior me eriza todo el vello del cuerpo. Tras comprobar que no hay nadie cerca, corro hasta el despacho del profesor de Educación Física, que afortunadamente se encuentra al otro lado de los vestuarios, a apenas unos metros. Está vacío, pero por suerte la puerta está abierta, así que me cuelo dentro y robo un chándal que veo sobre una silla. Me queda enorme, pero es mejor que nada, de modo que me lo pongo y salgo del instituto, todavía tiritando de frío.
Necesito mis cuchillas.
Aunque tiré a la basura todas las que utilizaba para cortarme el día que hablé con mi madre del tema, todavía me queda una. La primera de todas, y tal vez la más fiel. No tardo más que unos pocos minutos en llegar a casa de Yoonbin, y por suerte estoy solo, así que voy rápidamente a su habitación en busca de mi neceser. Allí está mi maquinilla de afeitar.
Mi vieja amiga. Mi nueva aliada.
Me encierro en el cuarto de baño y, una vez dentro, me miro al espejo tratando de serenarme. No me reconozco.
En estas últimas semanas he cambiado, no solo mental sino también físicamente, pero ahora es como si hubiera retrocedido en el tiempo. El rostro que me devuelve la mirada es similar al de un cervatillo asustado; la expresión es la de un cachorrillo apaleado. Es la misma cara que tenía antes de conocer a Junkyu, antes de ser capaz de plantarles cara.
Sé que no puedo volver atrás, que si vuelvo a cortarme ellos habrán ganado... Pero no puedo evitarlo.
Necesito hacerlo.
No importa lo que pase, parece que siempre seguiré siendo el mismo Mashiho que se deja humillar por todo el mundo, la misma víctima fácil. Sin importar lo mucho que lo intente, la historia siempre se repite, una y otra vez, como una rueda sin fin que me arrolla sin piedad. Es como si fuera un monstruo que me traga y me escupe para después volver a devorarme.
No puedo huir del pasado.
Así que entro en la ducha con la cuchilla.
La observo durante unos segundos, dubitativo, hechizado por el destello que emite la luz reflejándose en su hoja, familiar y extraño al mismo tiempo. Una parte de mí es consciente de que no debo hacerlo. Llevo mucho tiempo sin cortarme, demasiado tiempo, y cada día que he pasado sin hacerlo ha sido muy duro, pero finalmente me he acostumbrado. Sé que si me rindo, si me corto ahora, todos mis esfuerzos habrán sido en vano. Si vuelvo a caer en la tentación, ellos habrán ganado y yo habré perdido una vez más.
Si la vida fuera justa, el profesor de Educación Física habría entrado en el vestuario a tiempo de evitar mi humillación y los habría detenido antes de que pudieran hacerme nada.
Si esto fuera una película, ahora alguien entraría por la puerta, Yoonbin, o tal vez Junkyu, e impediría que la cuchilla rozara mi piel.
Si esto fuera una historia con un final feliz, no sentiría la necesidad de hacerlo.
Pero la vida no es justa, y me lo ha demostrado continuamente los últimos meses. Y esto tampoco es una película, ni mucho menos una historia con un final feliz. Esto es la realidad, y mi realidad es un infierno. He sido un completo iluso por pensar lo contrario.
Así que presiono la cuchilla contra la carne de mi antebrazo hasta que brota la sangre.
El dolor agudo resulta molesto al principio, pero también familiar y agradable, como el reencuentro con un viejo amigo casi olvidado. Lo echaba de menos, y no me había dado cuenta de cuánto hasta ahora. Observo las gotas de sangre que se deslizan por mi mano, rojo sobre blanco, cálidas sobre mi piel, y que resbalan hasta caer en el suelo de la bañera.

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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fanfiction¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...