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Cuando terminamos de ver la película en clase de Inglés, no puedo evitar soltar unas lágrimas de emoción que me apresuro a ocultar antes de que Dara encienda las luces. Como suele suceder en estos casos, el libro logró emocionarme mucho más, pero eso no significa que la película no me haya llegado, a pesar de conocer ya lo que quedaba de la trama.

Y, además, de algún modo esta historia ha conseguido cambiar algo dentro de mí, cuando no creía que nada pudiera hacerlo. Supongo que esa es la magia del cine y de la literatura, son capaces de hacerte ver de forma sencilla cosas de la vida que jamás te habrías planteado.

Aceptamos el amor que creemos merecer. Qué gran verdad.

Pero yo estoy harto de hacerlo. Ha llegado el momento de seguir adelante y de no volver a mirar atrás. No puedo continuar siendo un actor secundario en mi propia vida. Ha llegado el momento de coger el toro por los cuernos, de enfrentarme a mis temores de una vez y dejar de permitir que todo el mundo haga conmigo lo que le dé la gana.

– Yoonbin, he estado pensando una cosa –le digo cuando salimos de clase, antes de poder pensármelo mejor y arrepentirme.

– Dime.

Trago saliva antes de decírselo.

– Me parece que debería hablar con Jihoon –explico al fin. Me mira con una expresión cautelosa en el rostro.

– ¿Estás seguro? – Buena pregunta.

– No –admito–. Pero creo que debo hacerlo. Ya llevo dos meses aguantando esto. Necesito hablar con él.

– Como tú veas –dice, y asiente con la cabeza–. Pero sabes que lo más probable es que no vaya a cambiar de opinión, ¿verdad? Por mucho que hables con él, seguirá siendo el mismo idiota y baboso de siempre.

Asiento con la cabeza.

– Lo sé.

– ¿Y entonces?

– No lo sé, simplemente es algo que necesito hacer. Tengo que quitarme esta espina que tengo clavada si quiero seguir adelante, ¿sabes? Si no, creo que nunca voy a ser capaz de hacerlo.

Me observa durante unos segundos antes de contestar.

– ¿Es por el chico ese?

– ¿Junkyu? –Suelto una carcajada–. Yoonbin, que ni siquiera lo conozco. Igual no acabamos siendo ni amigos siquiera, vete tú a saber.

– No me parece que fuera eso lo que pensabas el otro día –comenta con una mirada de suspicacia, y noto un ligero rubor en las mejillas.

– Bueno, eso ahora da igual. Lo importante es que necesito hacer esto –insisto, mirándolo fijamente a los ojos–. No por él ni por nadie, sino por mí. Tengo que hacerlo por mí, para poder ser feliz de una vez.

Sigue observándome durante unos segundos, pero entonces asiente con la cabeza y sonríe.

– Pues si es lo que necesitas, que no se hable más –sentencia–. ¿Quieres que te ayude?

– Pues la verdad es que estaría genial –digo, aunque no confieso que ya contaba con que fuera a ofrecerme su ayuda–. Había pensado que podrías decirle que fuera a tu casa y así podría hablar con él allí... conmigo no va a querer quedar, eso está claro.

– ¿Cuándo?

Me encojo de hombros, tratando de no decirle lo que pienso, que cuanto antes mejor, que cuanto antes hable con Park Jihoon, menos oportunidades tendré para arrepentirme y echarme atrás.

– Cuando tú quieras...

– ¿Qué tal mañana? Es día festivo, así que podemos quedar a la hora que mejor les convenga.

El corazón me da un vuelco ante la perspectiva de hablar cara a cara con él mañana, y de pronto noto algo que solo podría describir como náuseas. Se me pasa por la mente la posibilidad de negarme, pero ya no puedo echarme atrás, no ahora que le he pedido ayuda a Yoonbin y él me la ha ofrecido.

– Si a ti no te importa... –digo con un hilo de voz.

– Sin problema –asegura, asintiendo con la cabeza–. Después de clase lo llamo y te digo, ¿sí?

– Vale.

* * *

Sin embargo, en cuanto llego a casa, lejos de Yoonbin, de Jihoon y del instituto, me arrepiento de habérselo pedido.

En serio, ¿por qué soy tan imbécil? Me muero de ganas de hablar con Jihoon, sí, pero ¿qué voy a decirle? ¿Que siento haberme enamorado de él? No es mi puta culpa. Es él quien debería llorar cada día, llamarme y, de paso, disculparse. Pero sé que eso no va a suceder. Es demasiado orgulloso. Demasiado incapaz de aceptar la situación.

Tiene demasiado miedo.

Estoy a punto de llamar a Bin para decirle que lo olvide, cuando mi móvil suena para indicar que he recibido un mensaje. Demasiado tarde.

Hemos quedado a las seis 13:49

¿Te vienes un rato antes? 13:49

Podemos pasar la tarde juntos si quieres 13:50

Mierda.
Tecleo una respuesta rápida.

¿Quedamos sobre las cuatro? 13:51

Genial!! 13:54

Pues mñna nos vemos entonces 13:54

Ok. :) 13:55

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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora