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Fiel a su rutina habitual, Junkyu está esperándome en las escaleras del centro deportivo cuando llego. Esta vez, sin embargo, además del abrazo me da un beso en la mejilla que casi parece quemarme la piel, y el rastro de sus labios permanece allí mucho después de que los separe de mí.

El abrazo en sí también es distinto, o al menos esa es la impresión que me da. No es el abrazo habitual de un amigo, como los que me da Yoonbin, ni tampoco como los que puede darte algún familiar. En este abrazo siento algo que no sé identificar, algo cálido y que me reconforta por dentro. El qué, aún no lo sé. Pero algo hay, de eso estoy seguro.

Espero no tardar demasiado en averiguarlo. Y también espero no equivocarme.

La clase de taekwondo transcurre de forma borrosa, como si mi mente se encontrara envuelta en una especie de neblina que me impidiera procesar del todo lo que ocurre a mi alrededor y, cuando me doy cuenta, estoy en la cafetería, sentado frente a Junkyu en nuestra mesa habitual y con solo dos tazas y la superficie de aluminio entre nosotros.

– Bueno... ¿qué te apetece hacer mañana? –pregunta al cabo de unos minutos, y me doy cuenta de que lo ha dicho con cierta timidez. Sé qué es lo que me gustaría responder: «Besarte».

Pero no. No. No puedo decir eso. Piensa, Mashiho. Piensa.

– Eh... Pues no lo sé, la verdad. ¿Tienes alguna idea? –digo, tratando de ganar un poco de tiempo.

Se queda en silencio durante unos segundos antes de contestar, y sé que está tratando de averiguar cómo expresar lo que quiere decirme, o quizás simplemente esté reuniendo el valor para hacerlo. Casi veo su estado del móvil pasando de «escribiendo» a «conectado» continuamente, y no puedo evitar sonreír mientras espero a que hable.

– ¿Te gustaría...? ¿Te gustaría ir al cine? –pregunta al fin con timidez, rascándose el pecho por encima de la «S» de Superman de su camiseta–. Sé que es un poco típico, pero...

– Me encantaría –me apresuro a responder, antes de pensármelo siquiera. No necesito hacerlo.

– ¿Sí?

Asiento con la cabeza.

– Sí.

– ¡Genial! –dice, y su rostro se ilumina con una de sus enormes sonrisas–. ¿Qué película te apetece ver?

– Ahí me has atrapado. La verdad es que no tengo ni idea de lo que hay ahora mismo en el cine, así que...

Nos pasamos diez minutos mirando la cartelera por internet, tratando de decidir la película. No es que me importe mucho cuál sea, porque lo importante es que estaré con Junkyu, pero quiero elegirla con cuidado porque será la primera película que veamos juntos. Finalmente encontramos una que nos apetece ver a los dos, así que nos decidimos por la sesión de las seis y media, para no volver demasiado tarde a mi casa y evitar posibles represalias por parte de mi padre, no me gustaría que me estropeara el día después de pasar la tarde con Junkyu.

– Entonces... ¿A qué hora quieres quedar mañana? –pregunta al cabo de un rato, llevando la mano hasta su taza humeante. Veo que tiene una pulsera negra que parece de cuero. Da un sorbo a su capuchino mientras observo fijamente sus labios, y toda clase de pensamientos desenfrenados se me pasan por la cabeza.

– ¿Qué tal a las cinco y media? –sugiero, tratando de recobrar el control de mis pensamientos–. Así tendré tiempo de sobra para llegar después de comer, que tengo un rato de tren, y podremos llegar al cine.

– Me parece bien –replica con una sonrisa, y me doy cuenta de que ha dejado la mano sobre la mesa, junto a su taza. Fingiendo no haberme percatado de ello, doy un sorbo a mi chocolate y después lo imito, de modo que mi mano queda a tan solo unos centímetros de la suya.

影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora