El corazón me late con tanta fuerza que temo que vaya a explotarme dentro del pecho de un momento a otro. No puede ser.
No.
Es que no puede ser.
Tiene que ser un sueño, una pesadilla, esto no puede estar pasando.
nonononoNoNoNoNoNONONONONONONONO
Pero la voz de mi padre es muy real cuando habla, y suena tan gélida que siento un escalofrío.
– ¿Qué mierda está pasando aquí?
– Papá, puedo explicarlo –digo mientras me levanto de la cama, aunque es mentira.
¿Cómo voy a justificar lo que ha visto? Lo observo aterrorizado, tiene el rostro rojo de ira, y una vena hinchada le late en la sien. Él también parece que vaya a explotar en cualquier momento, y una parte de mí no puede evitar desear que eso suceda, que explote y nos deje tranquilos.
El problema es que, aunque lo hiciera, la onda expansiva inevitablemente nos alcanzaría.
– ¿Qué vas a explicarme? –pregunta, y su voz suena ahora furiosa–. ¿Que mi hijo es un maricón?
Me acerco a él con cautela, consciente de que las cosas están a punto de ponerse muy feas.
– No es eso –comienzo, tratando de ganar un poco de tiempo–. De verdad, papá. Puedo explicar...
Pero me interrumpe a mitad de la frase con un sonoro bofetón que retumba en la habitación, como el estallido de un trueno. El golpe me deja aturdido, y retrocedo unos cuantos pasos con los ojos repentinamente llenos de lágrimas. Veo unas manchas a mi alrededor mientras trato de enfocar la mirada.
– ¡No lo toque! –grita Junkyu.
A través de mi visión emborronada puedo ver que se ha levantado, y me invade una oleada de vergüenza. Odio que esté presenciando esta bochornosa escena, pero no tengo forma de evitarlo.
– ¿Se puede saber quién carajos eres tú? –le pregunta mi padre, con la voz impregnada de odio–. ¿Es que tú también quieres recibir?
– Soy su novio –dice Junkyu con fiereza. Sé que tiene que estar muerto de miedo, pero a pesar de ello su voz suena firme y segura. Orgullosa. Está orgulloso de decir que es mi novio–. Y no voy a dejar que vuelva a tocarlo.
– ¿Su novio? –repite mi padre, escupiendo la palabra con asco, como si se tratara de algo nauseabundo y desagradable–. Pues tú también te vas a llevar una buena paliza
– ¡Déjalos en paz! –interviene mi madre, que ha aparecido detrás de él sin que me diera cuenta. Entonces, oigo otro sonoro bofetón seguido de un golpe sordo. Pestañeo un par de veces, todavía algo mareado y con la visión borrosa, y veo que el golpe la ha tirado al suelo.
Me arrepiento de haberme quitado la costumbre de llevar una cuchilla en el bolsillo.
– ¡No vuelvas a tocarla, hijo de puta!
– Tranquilo, Mashiho... estoy bien –dice ella con un hilo de voz–. Junkyu, márchate, por favor. Vete a tu casa.
– No voy a irme a ninguna parte –replica él, ceñudo. Por su expresión queda claro que no son solo palabras, no está dispuesto a hacerlo.
– O te largas o te doy a ti también, mocoso –advierte mi padre, que me está dando cada vez más miedo–. Tú decides.
Junkyu no se mueve. Sé que mi padre está más que deseoso de cumplir sus amenazas, de modo que tendré que intervenir si quiero evitar que le haga daño.

ESTÁS LEYENDO
影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Hayran Kurgu¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...