–¡Mashiho! –susurró Miru–. ¡Ven aquí!Pero la ignoré y seguí observando.
– ¡Te tengo dicho que no me lleves la contraria! –gritó mi padre.
El bofetón resonó por todo el salón, sobresaltándome. Estaba presenciando la escena en silencio y aterrorizado, agachado junto al umbral de la puerta, y vi que mi madre se llevaba una mano a la mejilla y retrocedía un par de pasos. Sin embargo, no se quejó ni dio muestra alguna de dolor.
– Y yo te tengo dicho que no vuelvas a ponerles la mano encima a los niños –dijo con voz firme.
– ¡Mashiho! –volvió a susurrar Miru.
– ¿O qué? –preguntó él.
– O te denuncio.
Mi padre soltó una desagradable carcajada.
– ¿Que tú me vas a denunciar? ¿Y de dónde vas a sacar el dinero para mantener a los mocosos? No tienes adónde ir.
– Mashiho, como te vea papá, se la va a pagar contigo –insistió Miru sin alzar la voz–. ¡Ven aquí ahora mismo!
– ¡Shh!
– Ya me las arreglaré –replicó mi madre–. Y ahora, me voy. No se puede tratar contigo cuando estás borracho.
Otro bofetón, esa vez más fuerte que el anterior. Mi madre retrocedió hasta chocar contra la pared.
– ¡Mamá! –grité sin poder contenerme.
Enseguida me di cuenta de que había sido un error.
Sin perder un segundo, mi padre cruzó con unas pocas zancadas el espacio que nos separaba y me cogió por el pelo. Por suerte, no vio a Miru.
– ¡Suéltalo! –chilló mi madre–. ¡Déjalo en paz!
Corrió hasta nosotros, pero mi padre le dio un tercer bofetón que la hizo caer al suelo, con lágrimas en los ojos.
– ¡Vas a hacerle daño! ¡Solo tiene siete años!
– ¡Mamá! –volví a gritar.
– ¡A callar! –gruñó mi padre, y me arrastró hasta el sofá tirándome del pelo, ignorando mis gritos y mis lágrimas. Me sentó allí a la fuerza y se inclinó amenazadoramente sobre mí–. ¿Qué has visto, mocoso?
Su aliento apestaba a cerveza y me golpeaba en la cara como un látigo con cada palabra que pronunciaba, invadiendo mis fosas nasales y provocándome unas náuseas que apenas lograba controlar.
– To... todo.
Un bofetón.
Me llevé una mano a la cara y mi madre soltó un grito, pero él la silenció con una mirada.
– Tú cállate, o te llevas otro –le advirtió él. Después volvió a dirigirse hacia mí–. ¿Qué has visto, mocoso?
Tragué saliva y titubeé antes de responder.
– Nada.
Él sonrió, evidentemente complacido por mi respuesta.
– Así me gusta. No has visto nada, ¿a que no? –Me apresuré a negar con la cabeza–. Muy bien. Pues espero que siga así. Porque como le digas a alguien lo que has visto, te daré una paliza que no vas a olvidar. ¿Queda claro?
Con lágrimas en los ojos, volví a asentir con la cabeza.
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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fanfiction¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...