La noche de Fin de Año no podría ser más distinta a la de Nochebuena. Esta vez, mi padre no espera a la cena para beber, sino que se pasa toda la tarde con una cerveza en la mano. Para cuando nos sentamos a la mesa, es evidente que lo mejor será que intentemos no provocarlo. Por suerte, llegamos hasta el postre sin incidentes, pero entonces suena el teléfono.
– Ve a cogerlo, niño –ordena mi padre. Su voz suena tranquila, pero lo conozco lo suficiente como para saber que tan solo se trata de la calma antes de una tempestad que está a punto de estallar. Me levanto para dirigirme hasta el teléfono del pasillo.
– ¿Sí?
– ¿Mashiho? Soy yo, Miru. –Su voz suena nerviosa, y sé que probablemente temía que contestara mi padre–. ¿Cómo estás?
– Bueno, bien. Ahí vamos. –Sé que no puedo dar muchos detalles con mis padres cerca–. ¿Y tú qué tal?
– Bien, bien. Tan solo quería ver cómo estaban mamá y tú. ¿Ha ido bien la cena?
Sé lo que está preguntando en realidad sin que tenga que mencionarlo de forma específica.
– Sí, bueno, podría haber ido peor. Ya sabes...
– Sí...
– Pues eso...
Permanecemos en silencio durante unos segundos.
– Siento no haber ido, pero...
– Ya. No pasa nada, lo entiendo.
– ¿Quién es? –grita mi padre desde el comedor.
– Creo que será mejor que cuelgue –dice Miru, que debe de haberlo oído–. Dale un abrazo a mamá de mi parte, ¿sí?
– Claro.
– Y recuerda lo que te dije hace unas semanas, ¿de acuerdo? Si en algún momento necesitas venir conmigo...
– Está bien.
– ¡Eh! ¿Quién coño es?
– Será mejor que cuelgue. Te quiero, Mashiho.
– Y yo a ti.
Cuelgo el teléfono justo a tiempo de ver a mi padre saliendo del comedor, seguido por mi madre.
– ¿Quién era? ¿Es que la gente no respeta ni la noche de Fin de Año?
– Era Miru –digo con un hilo de voz, temeroso de su reacción.
– Te tengo dicho que no hables con esa voz de maricón -me recuerda bruscamente–. ¿Qué has dicho?
– Era Miru –repito en alto, y a mi padre le cambia la cara por completo, como si le hubieran echado un jarro de agua fría por encima.
– ¿Se puede saber qué quería?
– Nada, tan solo quería desearnos feliz año.
Resopla.
– Pues entonces podría haber venido.
– Ya sabes que no ha podido. Tiene mucho trabajo últimamente, y con las clases... –dice mi madre, recurriendo a la mentira que ha utilizado estos días para suavizar su ausencia.
Mi padre resopla, y entonces veo en su cara que ha bebido mucho más de lo que pensaba.
– ¿Trabajo de qué? Ya me imagino lo que estará haciendo esa puta.
– ¡No hables así de nuestra hija!
Hay un instante de silencio, y a continuación pasan varias cosas rápidamente. Primero, mi padre se gira hacia mi madre, y ella retrocede, con los ojos abiertos a causa del miedo. Adivino lo que está a punto de pasar y corro hacia ellos para tratar de evitarlo, pero antes de que pueda llegar él le da un sonoro bofetón que reverbera por todo el pasillo.
– ¡Déjala en paz! –grito, y entonces él se gira hacia mí, con la mano en alto.
– No le pegues... –susurra mi madre.
Pero es demasiado tarde. No sé qué es lo que más me duele, si la bofetada en sí o la humillación de que me haya pegado.
– A tu habitación –ordena mi padre, y su tono es de advertencia–. ¡A tu habitación! –repite al ver que no me muevo.
– Pero aún falta una hora y media para las doce -señala mi madre, con voz temblorosa–. Cuando tomemos las uvas...
– A tomar por culo las uvas. ¡A tu habitación!
Me apresuro a obedecer, consciente de que lo mejor es no seguir provocándolo. Aun así, una parte de mí no puede evitar sentirse culpable por dejar a mi madre sola con él. Entro en mi habitación, pero antes de cerrar la puerta oigo más gritos amortiguados, y también el sonido de lo que parece otro bofetón. Se me para el corazón, y me debato entre volver al salón y enfrentarme a él hasta matarlo o cerrar la puerta.
Pero soy cobarde y no soy capaz de volver y mucho menos dejar llevar en práctica mis pensamientos, así que cierro la puerta y coloco la silla por debajo del picaporte. Tengo demasiado miedo.
Solo las cuchillas pueden ayudarme.
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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fanfic¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...