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– ¿Estás seguro de que no quieres dar nombres? –me pregunta Sandara, con los brazos cruzados por delante del pecho.

Asiento decididamente con la cabeza, sabiendo que ya no hay vuelta atrás. Me ha costado mucho tomar esta decisión, pero sé que en el fondo es lo mejor. Quizás no sea la decisión correcta, pero sé que es la más adecuada dada la situación. Si diera nombres, Jihoon se vería involucrado, y no quiero que él también tenga que pasar por eso, a pesar de todo. Sé que no ha actuado bien y que me va a costar mucho perdonarlo, si es que alguna vez llego a hacerlo. Pero puedo comprender su miedo, porque yo lo he vivido también en mi propia piel. Delatarlo sería la opción más sencilla dadas las circunstancias, pero sé que eso no le haría ningún bien.

Supongo que en el fondo sigo siendo idiota.

– Bueno, es tu decisión –acepta, y suelta un suspiro–. Si no quieres seguir en el instituto, no puedo obligarte. Terminarás el curso al menos, ¿verdad? No deberías dejarlo ahora que está a punto de terminar.

– Lo terminaré, sí. Por eso no te preocupes.

Lo único que quiero es marcharme de una vez de este lugar de mala muerte, dejarlo muy atrás, olvidarlo para siempre y no volver nunca. Todavía no sé si continuaré estudiando después del verano. De momento, me quedaré con Miru y acabaré el curso, pero después trataré de encontrar trabajo, no quiero suponer una carga para ella. Además, vive con su novio, y aunque Yunhyeong es un encanto, no me siento cómodo imponiendo mi presencia en su casa.

De camino a la estación, me entra un impulso repentino y decido pasarme por casa. Sé

que tal vez no sea lo más prudente, pero... ¿por qué no? Si las cosas van a cambiar, lo mejor será dejarlo claro cuanto antes. Ya he tomado una decisión, y necesito convencer a mi m

adre para que también lo haga.

No sé qué me espera en los próximos meses, pero sé que será mejor que lo que dejo atrás.

* * *

Me tiemblan las manos mientras trato de abrir la puerta, pero finalmente consigo meter la llave en la cerradura. Dudo durante unos instantes, inmóvil, pero finalmente la hago girar y entro en la casa.

No oigo el rumor constante del televisor, así que doy por hecho que mi padre todavía no ha vuelto del trabajo, aunque lo más probable es que no tarde mucho. Cuando llego al salón y veo a mi madre allí sola, limpiando el polvo, mis sospechas quedan confirmadas. La miro en silencio durante unos instantes, sin saber qué decir, hasta que se da cuenta de mi presencia y corre a abrazarme, todavía con el plumero en la mano.

– ¡Mashiho! No deberías haber venido, hijo, tu padre está a punto de llegar. Si te encuentra aquí...

– Pues que me encuentre –replico–. Me da igual que se avergüence de mí, porque yo también me avergüenzo de él. Pero quiero dejar las cosas claras de una vez por todas.

– ¿Las cosas claras?

– No necesito su dinero. En cuanto acabe el curso, voy a ponerme a buscar trabajo para no ser una carga para Miru.

Ella me mira a los ojos, consternada. Aparto la mirada sin atreverme a mirarla.

– ¿Y qué pasa con los estudios? El año que viene haces segundo de bachillerato, hijo, no puedes dejarlo ahora.

– Si no consigo dinero para pagarme la matrícula, no lo haré. Puedo hacerlo el curso siguiente si ahorro durante este. Y no hace falta que me des nada –añado rápidamente cuando veo que abre la boca para contestar–. Sé que sería dinero de pa... de él, y no quiero nada suyo.

影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora