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El día siguió avanzando pese a los problemas que llegaron sin previo aviso, pero aun así, Amy hacía todo lo posible para cerrar los ojos e imaginarse que todo iba a salir bien. ­La castaña se había marchado hacia una terraza del edificio donde dormía, con los pies sobre otra silla, viendo hacia el frondoso bosque que había tras las instalaciones. Ahí mismo fue donde su madre y ella tuvieron una conexión especial, una que no tenían desde que era una niña, pero faltaba alguien, y era su  hermano. En ocasiones Harriet llegaba a echarle el ojo, pero ni siquiera su amiga lograba sacarla de ese profundo agujero. 

—Harriet, te dije que quiero estar...—cortó la oración cuando Caleb se apareció por la puerta, con un plato de vidrio en manos, y sobre éste traía un sándwich. —creí haber dicho que no quería ver a nadie. —se limpió sus hinchados ojos con la parte lateral de su mano derecha.

—No he dicho que me voy a quedar. —Amy miró hacia el suelo, mientras apoyaba sus codos en sus piernas y relamía sus lamios.

—Quise decir que, gracias. —hizo énfasis en el plato con comida. De verdad sentía hambre, después de todo serian las 3 de la tarde.

—Tampoco dije que fuera para ti. —sonrió por lo bajo y Caleb igual, seguido fue a sentarse frente a ella, dándole el plato.

—Siempre eres bueno conmigo. —observo el plato transparente. El chico no volteó ante sus palabras, simplemente pareció ignorarla, aunque escuchó perfectamente.

—¿Le dirás?

—¿Qué voy a decirle? Mamá, tu hija desaparecida esta aquí pero tu hijo ahora se esfumó por arte de magia, ¿qué crees que me diría?

—Que no fue por arte de magia. —él se acercó más a Amy. —también sabes tanto como yo lo que ha estado ocurriendo. —la chica desvió el contacto visual y rosó la comida, desganada.

—Está vivo, yo lo sé. Lo sé como si... —observó detrás de Caleb como un auto venia muy rápido hacia las instalaciones, así que el chico también volteó, haciendo más grande la confusión.

—Es ella. —avisó él y Amy fue la primera en saltar de su silla.

Bajaron la escalera en espiral que conducían a la terraza, luego se saltaron una baranda y llegaron agitados hacia la entrada principal, donde su madre bajaba con un pañuelo blanco sostenido contra su frente, manchado un poco de rojo. Rápidamente Amy llegó a su lado para tomar su antebrazo y revisar la herida que tenía en la cabeza. Caleb también llegó casi derrapando y su expresión fue la misma.

—Tranquilos, yo estoy bien. ¡Ayuden con esta fila! —gritó hacia unas personas detrás, pero no comprendía a lo que se refería, hasta que volteó en dirección al vehículo de atrás y miró como Sonya bajaba junto con Aris, pero éste también estaba lastimado.

—Vamos, traigan a los paramédicos. —ordenó Caleb, mientras ayudaba a otras personas.

—Mamá, ¿qué fue lo que sucedió? —vió a todos los que conoció en el campamento, absolutamente la mayoría estaban bajando de los vehículos, dejándola más desconcertada.

—Lila, escucha. —la tomó del rostro y chuseó para tranquilizarla. —en este momento necesito de tu ayuda, ve y lleva a los menores adentro, yo me encargaré del resto. —la soltó y se perdió entre la multitud. Amy fue en busca de Sonya y Aris, quería asesorarse de que ambos estaban bien, y luego haría lo que su madre le ordenó.

Un niño se le cruzó por el camino y comenzó a llorar.

—¿Estás bien? Ven, quédate conmigo.— bajó a su estatura y lo tomó de los hombros, luego lo alzó y siguió avanzando entre la gente, camino a sus amigos. Todo el mundo se empujaban para caminar o para reunirse con otras personas, y la situación empeoró aún más cuando los del refugió salieron para auxiliar. Amy estaba más que confundida, no sabía por qué algunos estaban heridos, incluyendo a Aris.

—No puede ser, Aris.— colocó al pequeño a su lado y se arrodilló junto a su amigo, que se quejaba fuertemente con una mano en su abdomen.

—Estaré bien.— se limitó a decir, pero Amy y Sonya cruzaron miradas, afirmando que no lo estaría si no actuaban.

—Vengan conmigo, ya.— ambos chicos siguieron a Amy con dificultad, luego Harriet llegó para ayudarlos. Amy no podía dejar solo al pequeño niño pelirrojo a su lado, así que se lo llevó con ella.
Nunca lo había visto en el campamento, de hecho, todos los que estaban ahí eran muy jóvenes para haber tenido un pequeño y su edad no encajaba. Lo más probable era pensar que vivía en el refugio pero se encontraba fuera cuando todos llegaron.

—¿Scott? ¿Qué haces aquí?— Caleb llegó cargando unas bolsas y él pequeño lo reconoció.

—Llévame adentro.— Amy lo dejó irse con él y sintió un alivio, ya que podía concentrarse en Aris. Llegaron a una sala vacía, donde había con suerte una mesa de metal y ella arrojó todo lo que tenía encima.

Sonya ayudó a Aris a recostarse sobre ella, pero el chico de verdad estaba perdiendo mucha sangre.

—Tranquilo, creo saber lo que ocurre.— Harriet llegó con un maletín médico y lo abrió frente a Sonya, quien tomó alcohol y se desinfectó las manos.

—Debes relajarte, amigo. Será rápido.— las palabras de Amy hicieron sentir más nervioso a Aris, pero era necesario sacar la bala de su interior y cualquier resto de ella.

—¿No pueden adormecerlo?— preguntó Harriet preocupada.

—No hay recursos, aparte es riesgoso.— la rubia tomó unas pinzas y Amy le pasó un cinturón a Aris para que no se concentrara en el dolor. El chico lo acomodó en su boca y cuando Sonya introdujo las pinzas con lentitud, gritó con fuerza.

—Calma, ya la tengo.— dijo Sonya y Amy apretó con fuerza su mano —pero hay residuos, Aris lo siento.

—Respira y piensa en otra cosa.— Amy lo tomó de la mano otra vez con más fuerza y Aris volvió a gritar, mientras Sonya sacaba pequeños trozos de metal y los colocaba en una gasa blanca.

—Aris, parpadea rápido, por favor.— pidió Harriet, pero el chico iba cerrando los ojos lentamente.

Has No Ending » Maze Runner ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora