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Ese olor que se impregnaba dentro de sus fosas nasales ya lo conocía, de hecho, se le hacía demasiado satisfactorio, como si todos sus malos recuerdos se esfumaran y él estuviese de nuevo en el principio, antes de que su mayor pesadilla tuviese comienzo.

Lo normal sería decir que abrió los ojos y se encontró con una luz sobre él, pero esta vez no decidió abrirlos, pues quería seguir pensado que todo había sido una pesadilla. Como lo pensaba cada mañana al despertar, que todo lo que tuvo que vivir fue solamente una horrenda pesadilla. Pero no, al final sí abrió los ojos y no pudo localizar en donde se encontraba, solamente pensó en CRUEL, y solo eso.

Había una pantalla que monitoreaba su ritmo cardíaco, también tenía un suero a su lado, y la aguja dentro de una vena de su mano izquierda. Estaba en bata y la cabeza le dolía demasiado, ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí, solo podía pensar en qué le habían hecho, quiénes hicieron eso y en dónde demonios estaba.

A medida que se cuestionaba más cosas, su cabeza más daba vueltas y más dolía, así que trató de calmarse y de despejar su mente mientras el dolor cesaba. Luego se dio cuenta que una parte de su cráneo en específico dolía un poco más, y supuso que tenía una cicatriz de cirugía.

No sabía cómo podía saber eso, pero lo sabía.

De pronto observó mucho equipo médico y la información de cómo se utilizaba llegó a sus pensamientos, dudando e interrogándose aún más cómo podía saber todo eso. Luego nombres, fechas, caras, voces, lugares, todo junto comenzó a llenar su cerebro como mensajes cayendo en aleatorio a una computadora.

— ¡Ahh!— se quejó y cerró los ojos al sentir horribles punzadas de dolor en la frente y sobre las orejas. Sentía como si alguien lo estuviese quemando por dentro y otra persona lo golpeara con la punta de un destornillador. Pero se encontraba muy débil como para mover mucho la cabeza, así que lo único que podía hacer era sufrir en aquella posición.

Pasaron algunos minutos de agonía hasta que Thomas se quedó quieto, con una mirada inexpresiva hacia el blanco techo de la habitación, mientras asimilaba cada pensamiento que llegaba a su mente. Empezó a recordar cómo se movía una ciudad a medio día, cómo se escuchaba cierto instrumento. Recordaba el sabor de la comida más exquisita que pudo probar y también la más asquerosa. Volvería a saber cómo se sintió antes de llegar al laberinto y otros recuerdos no muy lejanos a su edad. En pocas palabras, todo lo que su hermana también experimento al tener devuelta sus recuerdos.

Pensaba que obtener devuelta sus memorias sería algo emotivo y alucinante, pero se sentía normal, como si nada le hubiese ocurrido. Ahora esos recuerdos estaban ahí dentro de su cerebro ahora, o tal vez siempre estuvieron ahí y alguien quitó la barrera que habían entre ellos.

Escuchó la puerta de la habitación abrirse y se adentró una enfermera, quien traía una carpeta verde y un carrito de metal, donde tenía algunos frascos de vidrio con medicamentos y algunas jeringas. Se sorprendió al ver a Thomas despierto, pero su emoción pasó en segundos, dejándolo aún más en duda.

— ¿Dónde estoy? Dígame, ya.

— Lo siento, pero no estoy autorizada para decir nada hasta que pasen 24 horas luego de su despertar.

— ¿No lo entiende? Me trajeron aquí y no sé qué demonios hicieron conmigo, quiero que...— se calló al sentir de nuevo los punzones de dolor en la cabeza, obligándolo a recostarse nuevamente.

— Entienda, debe quedarse aquí.— aplicó otra bolsa de suero y ajustó el catéter, para luego irse con su carrito metálico. A pesar de la desesperación de Thomas, le pareció ridículo que lo estuviese llevando si no iba a usar ningún medicamento, pero solamente quería distraerse con algo para olvidar el dolor de cabeza.

Y así pasaron las horas, los dolores se iban y volvían cada cierto tiempo, y comprendió que mientras sentía dolor, más información llegaba a su cerebro. Y después tenía tiempo para asimilarla. Pero no sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que la enfermera llegó, pero observó el suelo y estaba apunto de acabarse, así que tendría que venir de nuevo y esta vez escaparía, luego de planear un plan.

Tampoco habían relojes en la habitación, era completamente blanca y el piso era muy reluciente, un aspecto a mármol. La única puerta era por donde había entrado y salido la enfermera, y no habían ventanas, lo que significaba que su única salida sería por ahí. Pero aún así no sabía lo que encontraría detrás de esa puerta, tal vez un grupo de guardias que lo meterían de nuevo o lo llevarían a otro lugar desconocido.

Pero de algo estaba seguro, y era de que debía hacerlo o morir en el intento.

Has No Ending » Maze Runner ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora