× Capítulo uno. ×

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Reglas, una detrás de otras, impuesta por el lugar en el que estoy, he sido obligado a cambiar físicamente y ser uno más en este gran lugar lleno de ellos, me miro al espejo y no me reconozco, mi vestimenta ha sido sustituida, mi cabello recortado y obligado a no cortármelo hasta que ellos lo ordenen. 

No soy el Simón que era porque mi forma física está cambiando también, y agregando estos cambios es peor, tengo dos colmillos que sobresalen a cada rato de mis labios, tengo que cuidar mi piel con cosas que ellos me han dado para que no se reseque, y mi piel está más pálida que lo que era antes, no me han dado un apodo porque no han querido, pero soy un número más en este lugar, un joven adolescente, un bebé vampiro según ellos porque soy el único de dieciocho años aquí, pero al parecer eso no les importa, porque se me ha asignado desde el primer momento clases y más clases, como si no estuviera en un hotel rodeado de vampiros, sino en un internado, en una escuela terminando mis estudios.

Pero no me he negado, negarme a estudiar me da miedo y a la vez en cierto punto me agrada, hago todo lo que me ordenan, y bajo la mirada a cada uno de ellos, es que el lugar me sumisa, es tan oscuro y tan intimidante. El hotel es frío y tiene colores opacos, oscuros, feos, todos los integrantes de este lugar tienen un semblante serio, sin emociones, hablan despacio entre ellos, caminan lento y sin rumbo, te miran fijo como si acabarás de hacer algo malo, y cuando hablan entre ellos no hay nada que demuestre que tienen emociones en sus caras. Es un panorama distinto para mí, me da miedo, pero ellos aseguran que me acostumbraré, porque ahora le pertenezco a Raphael Santiago.

Raphael Santiago es, según lo que he escuchado, el jefe de este lugar, y todos demuestran un gran respeto por ese hombre, es quien me ofreció venir con él y salvarme de mi vida mundana, y es quien me transformo, además es un joven chico que muchos vampiros de aquí anhelan estar a su lado, de forma sexual, lo escuché mientras caminaba y descubría el hotel, muchos grupos hablan mucho de él. 

Pero lo más raro, es que ya llevo una semana aquí, y nuestro jefe no ha hecho presencia frente a nuestra vista, ni en mi fiesta de iniciación, pero todos aseguran que está en su alcoba, encerrado, haciendo sus trabajos. Sé que nadie entra a dónde está él, está prohibido, pero solo una noche a la semana su mano derecha entra con cinco chicos, o a veces dos, según el día, y de ahí no salen.

Este día fue ayer, había escuchado a un grupo comentarme de esto y fantasear con lo que pasaba adentro, dijeron que muchas personas que entraron ahí al salir no decían nada, no hablaban y se les prohibía a todos hablar del tema, cuando lleguen su momento lo sabrán. También decían que en las pocas veces que entraban pocos salían, eso me dio mucho terror y quería saber si es verdad, ya que la curiosidad es mucho más grande. El día de ayer me quedé en los sillones de la sala, vi como tres chicos entraron a su habitación acompañado de la mano derecha de nuestro jefe, y espere, espere por horas, viendo que solo salió uno, un solo chico, me miró y me hizo seña de silencio y desapareció por el pasillo, ninguno de los otros chicos se ha visto, no hay presencia de ellos desde ayer.

Sé que soy nuevo aquí, pero he visto suficiente películas para saber que lo sobrenatural no va de la mano de cosas buenas. Y estoy viendo con mis propios ojos que esto es muy terrorífico, personas, sin emociones en sus caras, todos serios, moviéndose como zombie, no tan zombie por el lugar hasta que llega la noche y se van, clases, vestimentas asignadas y un jefe que hace cosas extrañas y se resguarda en su guarida, todo esto me da curiosidad y miedo, por lo que puede pasar en mi futuro.

— Simón Lewis.

Levanto mi mirada y veo a la mano derecha de Raphael Santiago con una libreta, su rostro es más humano que los otros, eso sí, pero demuestra su falta de emoción en sus rasgos como todos los demás, además de que su pelo es una maraña de rulos rojizos bien peinados, como si todas las mañanas se pusiera a probarlos uno por uno para que puedan estar iguales y sin demostrar que están fuera de lugar, a la vez de que su piel parece estar manchada con pecas, pero a pesar de que los pelirrojos se lo han considera como una figura con rasgos infantiles, o juveniles alegres, este chico no lo es.

Permitido ||Saphael AU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora